Seis lonas con mensajes de protesta contra las obras de la MetroGuagua aparecieron en la mañana de este viernes en el vallado del Parque Blanco, junto a la calle Simón Bolívar, y fueron retiradas poco después por orden del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. Este medio fue testigo de que el propio servicio municipal de limpieza viaria ejecutó la retirada.
“Ese tema estrella casualmente hoy se hace más evidente por esas pancartas que han aparecido en las vallas ahí fuera y que han sido retiradas inmediatamente, supuestamente por el servicio de limpieza de la corporación”, denunció David Rodríguez, de la Asociación de Vecinos de Siete Palmas, durante el manifiesto vecinal celebrado este viernes en los aledaños del parque.
Mensajes de protesta
“¡Quiten las vallas ya!” fue el más visible de los carteles, escrito en letras rojas sobre fondo blanco. Otros exigían: “¡Retrotraigan el parque a su estado anterior!” y “Reabran el tráfico a la autovía”, en alusión al carril que conectaba Simón Bolívar con la Avenida Marítima y que permanece cortado al tráfico desde hace años.
El hartazgo también se resumía en dos frases directas: “Cinco años de sufrimiento” y “Cinco años de abandono”. Aunque las obras comenzaron en 2022, la protesta remite a un malestar que se arrastra desde antes, asociado a los sobrecostes que acabaron tumbando la estación de Santa Catalina.
El último cartel añadía un mensaje más amplio: “Las Palmas de Gran Canaria, la ciudad más sucia de Europa”. La retirada inmediata de todas las pancartas fue interpretada por los colectivos como un intento de acallar la protesta ciudadana.
Proyecto en suspenso
La estación de Santa Catalina permanece en punto muerto tras la anulación del contrato por un incremento de más del 50% sobre el presupuesto inicial. Mientras tanto, el Parque Blanco sigue vallado desde hace casi tres años, convertido en un símbolo del desencuentro entre vecinos y Ayuntamiento.
Las pancartas, aunque efímeras, evidencian el desgaste de un proyecto de movilidad que, lejos de mejorar la imagen de la ciudad, se ha convertido en una de sus heridas más visibles.