Hace casi un siglo, Jorge Oramas pintó bien ese paisaje: el Risco de San Nicolás, en pie, sobre la ciudad, lleno de luz y colores. Delante de las casas de la zona, el artista retrató la naturaleza que crecía al pie del barrio: palmeras, plataneras, más árboles. De todo eso, poco queda. El Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria ha procedido hoy a la tala de un aguacatero de mucho significado para los vecinos del Risco, después de que el ejemplar no lograra recuperarse de las consecuencias de la obra del nuevo parque deportivo.
Según denuncian los vecinos, el deterioro comenzó cuando al árbol se le asignó un alcorque demasiado pequeño, cubierto además por una lámina con piedras adhesivas en lugar de tierra. Esta circunstancia, que dificultó el correcto crecimiento y oxigenación de las raíces, fue advertida por los residentes hace más de un año.
Advertencia a la concejalía
La respuesta entonces de la Concejalía de Parques y Jardines, área que dirige Gemma Martínez (Unidas Podemos), fue que el problema estaba resuelto tras liberar la parte superior del alcorque. Sin embargo, el aguacatero no resistió. La copa empezó a perder hojas progresivamente, evidenciando su debilidad, hasta que finalmente este viernes operarios municipales lo talaron por completo.
El desenlace supone no solo la pérdida de un árbol con valor histórico y sentimental para el barrio, sino también la apertura de un nuevo debate sobre la gestión de los espacios verdes urbanos en la capital grancanaria.
