El Comedor Social San Pedro ofrece almuerzos a 60 personas cada día, de lunes a viernes / CEDIDA
El Comedor Social San Pedro ofrece almuerzos a 60 personas cada día, de lunes a viernes / CEDIDA

El Comedor Social San Pedro, “como un hogar” para quienes sobreviven en las calles de Las Palmas

El proyecto ofrece almuerzos de lunes a viernes a los que acuden cada día 60 personas. Además, cuentan con servicios de lavandería, duchas, ropa nueva, entre otros cuidados

ariadna

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El almuerzo comienza a las 12:00 horas, pero desde temprano ya hay movimiento en el Comedor Social San Pedro, en el barrio de La Isleta. En la cocina, ya con el delantal puesto, el equipo está listo para preparar el menú del día. Salvamanteles en la mesa, cubiertos, vasos...se va colocando todo. El timbre suena. Ha llegado un pedido de alimentos. Mientras, una lavadora gira y otra colada ya está tendida aprovechando el sol mañanero. Una persona se está duchando y la siguiente apuntada en la lista espera su turno. 

Todo este ajetreo es constante en el espacio al lado de la Iglesia de San Pedro Apóstol, pegado a Las Canteras y a unos pasos de El Confital. El recurso atiende cada día a unas 60 personas sin hogar o al borde de la exclusión, para quienes se ha convertido en un refugio para el día a día. “Esto es como la casa de uno", cuenta Heriberto, una de las personas que acude con asiduidad al comedor. 

Un centro para la comunidad

La parroquia se construyó en los años 40, en plena expansión del puerto, según recuerda Beatriz Morales, educadora social del proyecto. Ese crecimiento supuso la llegada masiva de trabajadores y con ello también las situaciones de precariedad y analfabetismo. 

El patio, en el que ahora Morales cuenta los comienzos de la labor social, se convirtió en aquel entonces en centro neurálgico para la comunidad del barrio, hasta el punto de que fue la primera cancha de baloncesto de Gran Canaria. 

Y hace casi 30 años nació el comedor, sostenido únicamente por voluntariado, donde durante años funcionó también 'Calor y Café', un espacio donde personas sin hogar podían dormir hasta que "fue insostenible". 

Comida, duchas, productos de higiene...

El proyecto que ahora funciona a unos pasos de Las Canteras empezó a coger forma en 2020, con la pandemia. Se contrató personal, se profesionalizó la atención y se ajustaron los perfiles para garantizar que se atendiera a quienes realmente más lo necesitaban.

Y con ello también creció su intención de romper con la idea de un comedor sin más. “No buscamos ser solo comida”, recalca Morales. Por lo que cuentan, además de con un plato caliente, con duchas, lavandería, cosas básicas de higiene como champú, hojillas, crema depilatoria...Porque "mirarse al espejo y reconocerse es importante". 

Los equipos de voluntarios y personal acompañan a todas las personas que acuden con talleres y acciones, desde tender la ropa - para no perder costumbres - hasta aprender a poner límites. Incluso, "hay una peladora y se pelan entre ellos", contribuyendo a crear comunidad. 

Una de las personas que acude al Comedor Social de San Pedro / CEDIDA
Una de las personas que acude al Comedor Social de San Pedro / CEDIDA

Necesidades habitacionales

El proyecto también cubre necesidades habitacionales urgentes ofreciendo sacos de dormir, esterillas, mantas y protectores de colchón para quienes viven en la calle, ya que "muchas veces las situaciones habitacionales llevan consigo cucarachas, chinches, garrapatas", así como el frío de la noche. 

Además, realizan visitas de calle y visitas nocturnas para localizar a personas nuevas y verificar su situación real, y asegurarse que tienen lo que necesitan. “Ya tenemos un nivel de confianza en el que nos avisan cuando cambian de lugar para dormir. Somos una pequeña familia y nos preocupamos de cómo se encuentran o si dejan de venir”, expone la educadora social.

Garantizar un menú nutritivo

En cuanto al servicio de almuerzos, cada día, de lunes a viernes (excepto julio), se sirve un menú completo elaborado por los equipos de voluntarios y personal, con el apoyo de un restaurante de la isla, la comunidad hindú y una finca que dona la fruta. El objetivo es garantizar un primer y segundo plato nutritivo, además de postre. 

Para cubrir los fines de semana, entregan bolsas con comida, comprada tanto por proyecto como donaciones a través del Banco de Alimentos, que los visita una vez al mes. Unas se preparan para las personas en situación de calle y otras para quienes tienen algún espacio mínimo para cocinar. 

Entrega de las bolsas con alimentos para los fines de semana / CEDIDA
Entrega de las bolsas con alimentos para los fines de semana / CEDIDA

El papel de los voluntarios

Detrás del trabajo diario existe una enorme red de personas, unas 45-50 que sostienen el engranaje, entre personal y voluntariado. Una de ellas es Francisco Reyes Herrera, quien lleva 10 años colaborando como voluntario. 

“Cuando me llamaron en 2015, me resistí. Pensaba que estas acciones retrasaban el cambio social”, admite. “Pero luego entendí que el cambio vendrá si viene… y que esta gente tiene que comer hoy”.

Más allá de un plato de comida

Con los años, asumió más responsabilidades hasta ser nombrado coordinador del comedor. Ahora se encarga de tareas como la coordinación con el Ayuntamiento, con Cáritas Diocesana, con la red interparroquial de la Isleta y con otras entidades.

“Esto es mucho más complejo de lo que parece: subvenciones, obras, maquinaria, relaciones institucionales… pero la tarea es preciosa. Cada vez te implicas más”, sonríe.

Voluntarios elaborando los menús paras las personas que acuden al comedor / CEDIDA
Voluntarios elaborando los menús paras las personas que acuden al comedor / CEDIDA

Cada persona, una historia

Y junto a los voluntarios y trabajadores, los protagonistas son quienes acuden cada día para hacer uso del comedor. Es el caso de Heriberto, nacido en el Puerto de La Luz y vecino de la zona de toda la vida con sus 64 años recién cumplidos. Para él "esto es como la casa de uno". "Venimos y nos ayudamos entre unos y otros", señala. 

Trabajó en el muelle durante años, “ganando bien”, hasta que las circunstancias —problemas de salud y consumo, entre "otras cosas de la vida", como él mismo dice — le llevaron a la situación actual. Vivió en una chabola, se pagó una pensión, pero ahora duerme en la calle. El poco dinero que recibe "se va en multas".

Todo ello le ha llevado a pasar por otros sevicios como el de Jinámar, también de Cáritas, además de el comedor ubicado en La Isleta. Lo que le ha ayudado en cuanto a la alimentación y la higiene, pero sin poder cubrir un techo en el que dormir. "No hay espacios en los albergues y cada vez hacen falta más", apunta. 

Coordinación con otras entidades

Este hecho lo notan en el propio comedor. Morales indica que cada vez reciben a más personas, incluidas muchas que cumplen la mayoría de edad y se ven obligadas a salir de los centros de acogida. “Es doloroso no poder acompañarlos todo lo que necesitan”, reconoce.

Es por ello que trabajan en coordinación con hospitales, unidades de salud mental, policía, otros comedores y recursos sociales. “Solos no podemos hacer nada”, subraya Morales. “Trabajando en comunidad podemos dar más”.

Fechas como la Navidad 

Ahora se preparan para la Navidad. Para muchos es uno de los momentos más duros del año. “Las personas vienen derrumbadas”, cuenta Morales. Por eso organizan almuerzos especiales el 24 y el 31 de diciembre, y el 7 de enero. Todo ello con el comedor decorado y también "un pequeño regalo" en las fechas indicadas. 

“Sueno exagerada, pero a veces somos su punto de vida”, confiesa la educadora que admite, a su vez, que lleva suéteres navideños desde primero de mes para alegrar el ambiente. “Intentamos que estas fechas, que para ellos son tan tristes, se sientan un poco menos solas”, expresa. 

Así, desde el cariño, apoyo y el objetivo de la labor social, el comedor trabaja para acompañar a las personas que se encuentran en situaciones de vulnerabilidad. En la parroquia de San Pedro, entre lavadoras, ollas y sonrisas amigas, La Isleta conserva algo de su espíritu original: nadie se queda completamente solo.