La prevalencia de la diabetes en Canarias es la más alta del país, sobre todo de la tipo 2, pues unas 174.343 personas la padecen. Uno de los factores de esta patología es el socioeconómico y en el caso de Las Palmas de Gran Canaria, el patrón puede verse de manera clara: a menor renta por hogar, mayor incidencia de la enfermedad.
Así lo revela el Informe de Salud Pública de la ciudad, elaborado por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) a petición del ayuntamiento capitalino, que analiza datos de los diferentes barrios capitalinos en población de entre 15 y 64 años.
Comparación entre barrios
En los barrios con mayor poder adquisitivo, como La Minilla (6,4%), Ciudad Jardín (10,3%) o Tafira Baja (9,3%), la prevalencia de diabetes se sitúa muy por debajo de la media de la ciudad. Estos vecindarios registran rentas medias por unidad de consumo que superan los 30.000 euros anuales.
Por el contrario, en zonas donde la renta apenas supera los 14.000 o incluso los 10.000 euros, la enfermedad afecta a un porcentaje mucho mayor de la población. Es el caso de Díaz Casanova, que con un 25,4% de prevalencia se sitúa como el barrio más afectado, seguido de San José del Álamo (21,7%) y Tres Palmas (21,3%).
Una brecha de salud
Esta relación entre condición económica y salud ya ha sido descrita en otros estudios, pero los datos locales reflejan que la desigualdad social también se traduce en enfermedades crónicas evitables. Los barrios con menor renta suelen estar asociados a peores condiciones de vida, alimentación más precaria, menor acceso a recursos sanitarios, y mayores niveles de estrés crónico.
Barrios como Jinámar, con una renta media de apenas 10.892 euros, presentan una tasa del 15,1%, casi el doble que la de Tafira Alta. Del mismo modo, en La Isleta, San Juan - San José o Pedro Hidalgo, todos con rentas por debajo de los 17.000 euros, los niveles superan el 15%.
El peso del entorno
Aunque la diabetes tipo 2 tiene una base genética, los factores ambientales y conductuales son decisivos. Una alimentación rica en azúcares y grasas, el sedentarismo, el tabaquismo y la falta de educación en salud son también algunos de los responsables del aumento de casos en zonas empobrecidas.
Por lo que se trata de una enfermedad que refleja la desigualdad estructural, ya que no es casual que los barrios con mayor índice de exclusión sean también los que más sufren sus consecuencias.
Un reto urgente
La evidencia muestra que el abordaje del problema no puede limitarse al tratamiento médico. Requiere medidas intersectoriales que integren salud, educación, urbanismo y políticas sociales. Programas de prevención, promoción de hábitos saludables, acceso a alimentos frescos y espacios seguros para el deporte son algunas de las claves para revertir esta tendencia.
Mientras tanto, los datos siguen hablando claro: en Las Palmas de Gran Canaria, la diabetes no afecta a todos por igual. En muchos casos, la diferencia entre tener o no tener esta enfermedad puede depender del barrio donde se nace o vive.
