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Imagen del barrio de Vegueta / LPA VISIT

¿Dónde viven los extranjeros en Las Palmas? Los africanos en Zárate y los europeos en Vegueta

Un estudio apunta que persisten claras desigualdades en la calidad de los barrios donde se asienta la población migrante dependiendo de su país de origen y su renta

Las Palmas de Gran Canaria se caracteriza por ser una ciudad multicultural en la que conviven la población local y la nacida en el extranjero. Sin embargo, los residentes extranjeros no se reparten por la capital de una manera homogénea. Su origen y nivel de renta marcan el barrio en el que viven. 

Así lo analiza un estudio realizado por Juan Manuel Parreño y Víctor Jiménez Barrado, investigadores de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), que revela que, aunque la segregación residencial de la población inmigrante ha disminuido entre 2012 y 2022 en la ciudad y los municipios colindantes de Telde, Arucas y Santa Brígida, persisten claras desigualdades en la calidad de los barrios donde se asientan.

Distribución por barrios

Según los datos del Padrón, en 2022 los residentes nacidos en el extranjero eran más de 61.000, un 13 % del total. El colectivo creció un 65 % desde 2003, con una fuerte presencia de latinoamericanos (57 % del total), seguidos por europeos (15 %) y africanos (15 %). Los autores señalan que “si nos fijamos en los grupos de población inmigrante, se observan diferencias importantes según su origen” a la hora de dónde residen. 

En el caso de los residentes europeos —especialmente de Alemania, Reino Unido, Francia e Italia— se concentran en zonas con alta calidad paisajística, buenas condiciones habitacionales y mayor renta como urbanizaciones costeras de Telde junto a las playas; y sectores renovados o tradicionales del centro de Las Palmas, como Ciudad Jardín, Triana o Guanarteme.

Importancia de la renta

En cambio, los latinoamericanos —mayoritariamente colombianos, cubanos, venezolanos y ecuatorianos— se distribuyen por la Ciudad Alta de Las Palmas y los crecimientos urbanos de Telde y Arucas, áreas con menor renta y calidad habitacional, formadas en gran parte por promociones públicas de mediados del siglo XX y por barrios de autoconstrucción.

Por su parte, la población africana —con predominio de marroquíes, senegaleses y nigerianos— vive principalmente en polígonos de vivienda pública más estigmatizados (como Vega de San José, Zárate o Jinámar), en zonas suburbanas de autoconstrucción en riscos y en sectores degradados del istmo de Guanarteme o La Isleta. El estudio confirma que esta es la población que sigue soportando los mayores niveles de segregación.

"Microsegregación"

Los investigadores advierten de que el aparente descenso de la segregación estadística no debe interpretarse como una mejora real y homogénea de la calidad de vida ni como integración total en la ciudad: “Muchos de ellos siguen viviendo en zonas más degradadas, periféricas o en viviendas antiguas y mal conservadas del área metropolitana de Las Palmas de Gran Canaria, por lo que hay una alta probabilidad de que su situación no haya mejorado”.

Por ejemplo, en barrios como Guanarteme, aunque conviven residentes de alta y baja renta, “se da una microsegregación”. “Se habla de urbanismo astillado”, diferencias muy marcadas a escala de manzana o edificio, como el estado de conservación de las viviendas o la calidad del inmueble, explican Jiménez y Parreño. 

La calle Luchana, en el barrio de Guanarteme / ATLÁNTICO HOY - MARCOS MORENO

Gentrificación

Además, fenómenos como la turistificación o la gentrificación en algunas zonas del centro urbano generan nuevas tensiones, con procesos de cambio que podrían redefinir los mapas residenciales en el futuro.

Los geógrafos apuntan que “si bien esta investigación no profundiza en cuestiones como el alquiler turístico, por otros trabajos que hemos realizado, sabemos que la turistificación del espacio urbano, que a veces y en algunas zonas conlleva gentrificación, presionan los precios al alza”.

Solución

Para los autores, la solución no pasa por repetir modelos del pasado que concentraban vivienda “enfocada solamente para un grupo de población con unas características muy específicas (por ejemplo, de baja renta) y concentrarla en unos puntos determinados”, ya que “más que ayudar a reducir el problema de la desigualdad, lo que haría sería agrandar la segregación”. 

“Creemos que lo prioritario es atender específicamente la mejora de las zonas con menor calidad residencial”, advierten, además de diseñar un parque de vivienda pública distribuido por todos los barrios. 

Acabar con la desigualdad

El estudio concluye que es imprescindible actuar sobre los factores estructurales que generan desigualdad: el acceso a la vivienda digna, la regeneración urbana, la distribución de equipamientos y servicios básicos y la integración social real. “La construcción de la ciudad siempre ha sido diversa, pero ciertas estructuras han propiciado enclaves de exclusión y de exclusividad. Hay que invertir en revertir esas dinámicas”, señalan.

Así, el trabajo ofrece una radiografía precisa de cómo el origen nacional sigue marcando el mapa residencial metropolitano, y hace un llamamiento a diseñar políticas urbanas inclusivas que eviten que la aparente mejora estadística en la segregación oculte las desigualdades persistentes en la vida cotidiana de miles de personas.