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Vista aérea del desaparecido skatepark del Refugio, actualmente desmantelado por las obras de la MetroGuagua. AH

Las obras de la MetroGuagua dejan “sin Refugio” a los skaters y patinadores de Las Palmas

El cierre temporal del skatepark del Refugio en 2022 se alarga sin alternativas reales mientras las obras de la Metroguagua continúan paralizadas en el parque Santa Catalina

El skatepark del Refugio, en los aledaños del parque Santa Catalina, era el corazón del patinaje de Las Palmas de Gran Canaria. Lo derribaron en 2022 por las obras de la MetroGuagua y, casi tres años después, los skaters siguen sin espacio, pese a las promesas del Ayuntamiento.

El Consistorio presentó el cierre como un sacrificio temporal. En un comunicado de prensa, aseguró que se diseñaría un nuevo skatepark “más grande y moderno” y que, mientras tanto, se habilitarían zonas provisionales en San Telmo y El Lloret. Prometió una inversión de más de 550.000 euros y garantizó que los patinadores participarían en el diseño de las nuevas instalaciones. La realidad, según denuncian los propios usuarios, ha sido muy distinta.

Entre promesas y abandono

El profesor y fundador del club de skate Enfoque, Orlando Acosta, no oculta su frustración: “Ahora mismo en Las Palmas no hay ningún sitio para patinar. Lo que anunció el Ayuntamiento en San Telmo fueron un par de módulos de madera que ya están destrozados y en el Lloret no se llegó a hacer nada”. Recuerda que durante años organizó campeonatos en el Refugio y que hoy no hay manera de repetirlo: “Llevamos años organizando eventos allí, pero ahora todo se hace fuera. Es ridículo que la ciudad más poblada de Canarias no tenga un skatepark operativo en condiciones”.

Las palabras del Ayuntamiento sobre la participación de los patinadores tampoco se corresponden con la experiencia de la Federación. Nayra González, secretaria de la Federación Canaria de Patinaje, asegura que “nos enteramos por las noticias, ni siquiera nos consultaron. No hay comunicación con el Instituto Municipal de Deportes”. A su juicio, la falta de diálogo ha dejado fuera de juego a un colectivo que necesitaba instalaciones homologadas para entrenar y competir.

Competición "en el exilio"

La consecuencia más visible de esta situación es que Las Palmas ha quedado fuera del circuito de competiciones. “El circuito canario lo hemos tenido que llevar a Arinaga porque en la capital no había instalaciones que cumplieran los requisitos”, denuncia González. La Federación recuerda que, a diferencia de un campo de fútbol, un skatepark necesita cumplir medidas específicas para acoger campeonatos. Sin esas condiciones, se condena a los deportistas a desplazarse fuera de su propia ciudad.

El caso resulta especialmente llamativo porque el skateboarding es disciplina olímpica desde Tokio 2020. Mientras en otras islas, como Lanzarote o en el sur de Gran Canaria, se han construido parques modernos, la capital más poblada de Canarias sigue sin un espacio digno para el patinaje urbano.

La obra que nunca termina

El derribo del Refugio se justificó por las obras del paso subterráneo de la MetroGuagua en Santa Catalina. Pero ese tramo lleva paralizado desde agosto de 2024, tras romperse el contrato con la UTE Acciona–Lopesan. Ni MetroGuagua ni skatepark: solo un solar cerrado. Nadie en el Consistorio se atreve a poner fecha a la reanudación de los trabajos.

Para Acosta, la sensación es de absoluto abandono: “Es una locura gastar dinero en promesas y luego no cumplirlas. Nos dejaron sin parque y sin alternativas reales. Al final lo único que nos queda es patinar en la calle”.

Una ciudad de espaldas

Lo ocurrido en el Refugio refleja un patrón de gestión que va más allá del skate. Proyectos presentados con grandes anuncios, inversiones prometidas y plazos que nunca se cumplen. En este caso, el resultado golpea a un colectivo que no solo practica un deporte, sino que también forma comunidad y genera cultura urbana.

Las críticas de González son claras: “Estamos a la cola, pese a tener la mayor comunidad de skaters. El Ayuntamiento debería contar con nosotros y planificar instalaciones que realmente sirvan, no improvisar con módulos que duran dos meses”.

Juventud ignorada

Mientras el Ayuntamiento defiende que ha impulsado nuevos skateparks en barrios periféricos como Lomo Blanco o San Nicolás, lo cierto es que la ciudad carece de un skatepark céntrico y accesible. Para los jóvenes que viven en la capital, no disponer de un espacio urbano supone verse empujados a improvisar en plazas y aceras. “No hay nada en condiciones. Solo queda la calle, con todo lo que eso implica”, insiste Acosta.

La falta de instalaciones no solo limita el desarrollo deportivo. También priva a la juventud de un espacio seguro y creativo en el corazón de la ciudad. En palabras de la Federación, se trata de una oportunidad perdida: el skatepark del Refugio era un referente y su desaparición ha dejado un vacío que ni el Ayuntamiento ni las obras de la MetroGuagua parecen dispuestos a llenar.

Promesas en el aire

Desde el Consistorio sostienen que el nuevo Refugio será “el doble de grande” y “adaptado a las nuevas filosofías de skatepark” que se desarrollan en el mundo. Pero esas palabras conviven con una obra paralizada y un proyecto que no tiene calendario definido. Para los skaters, la promesa no basta.

“Los skaters de Las Palmas estamos huérfanos. No hay nada. Solo queda patinar en la calle”, resume Acosta, poniendo voz a un sentimiento compartido por toda una tribu urbana que ve cómo su ciudad les ha dado la espalda.