Cada vez más personas viven solas en Las Palmas de Gran Canaria. El 25,8% de las viviendas de la capital está ocupada por una sola persona, según datos del Censo 2021 — los últimos disponibles — analizados por Masgeografía. En otras palabras, más de uno de cada cuatro hogares son unipersonales.
Si se cuenta por personas, uno de cada 10 residentes vive solo. No obstante, lo realmente significativo de los datos es quiénes son estas personas. La gran mayoría se trata de personas con 65 años o más y se concentran en barrios como Santa Catalina, La Puntilla o las periferias de la ciudad, en el Salto del Negro o El Lasso.
La soledad en los barrios
Del conjunto de personas en la capital grancanaria que viven solas, alrededor de 14.000 de ellas son de la tercera edad. Suponen casi el 40% del total de los hogares unipersonales de la ciudad.
El análisis territorial elaborado por Masgeografia muestra una concentración de esta soledad en áreas muy concretas. En los alrededores del Parque de Santa Catalina, La Puntilla y las calles próximas a la sede del Gobierno de Canarias — ubicado en la calle León y Castillo — , más del 30% de las personas mayores vive sola.
La fotografía se repite, aunque con porcentajes menores, en barrios periféricos como Tamaraceite, La Cazuela, Los Giles, El Batán, Salto del Negro o El Lasso, donde la proporción de mayores que viven solos supera el 10% y el 20%.
Brecha de género
Dentro de este análisis, la demografía también refleja una brecha de género clara. La soledad es más femenina. Y esto tiene que ver mucho con la esperanza de vida. Según el INE, las mujeres en Las Palmas de Gran Canaria viven de media hasta casi los 84 años frente a los 78 años que suelen vivir los hombres, una diferencia de unos cinco años de vida.
Más claro, agua: las mujeres, al vivir más, tienen más probabilidades de llegar solas a la tercera edad. Es por ello que más del doble de mujeres mayores que de hombres mayores viven solas (9.546 mujeres frente a 4.404 hombres).
¿Hay servicios en esas zonas?
Ante este panorama, el geógrafo Víctor Jiménez Barrado, encargado del proyecto de Masgeografia, invita, durante su análisis, a preguntarse si las zonas donde más habitantes mayores de 65 años viven solos cuentan con centros de salud accesibles, clínicas de rehabilitación, suficientes rampas y bordillos rebajados, o edificios con ascensor, un elemento básico para quien envejece en soledad.
Destaca así que los hogares unipersonales no son solo un dato demográfico. Son una llamada de atención para diseñar un urbanismo que incluya a quienes más apoyo necesitan. El análisis sugiere incorporar una mirada “de edad” en la planificación urbana: garantizar accesibilidad, servicios cercanos y entornos que reduzcan la vulnerabilidad de quienes viven solos.
E igual, más allá de la planificación, “la buena noticia es que todas podemos hacer algo: mirar más por el portal, acompañar, invitar, sumar barrio y comunidad”, afirma el investigador.
