La nueva política se parece mucho a la vieja. Cambian los nombres de los partidos, mudan los logos, se restauran los colores corporativos y hasta se renueva el armario —con ropa, en algunos casos, de una talla inferior a la recomendable—, pero nada se transforma en la trama. Ya se sabe: cada generación necesita una nueva revolución, aunque ya no sea una idea tomada por bayonetas —como defendía Napoleón, personaje que en el imaginario colectivo de unos cuantos aparece como contemporáneo de Román Rodríguez, Carmelo Ramírez o Pedro Quevedo—.
Infecar, supuestamente, debía acoger la tarde de este lunes una rebelión: por allí se dejaron ver los escindidos de Nueva Canarias (NC) para dar a conocer el nombre de un nuevo proyecto: Municipalistas Primero Canarias. Todos, además, se plantaron en el lugar con la misma intención: tomar al asalto la última resistencia y quedarse con la bandera del nacionalismo canario en Gran Canaria. No fueron pocos los presentes; no era una empresa menor el asunto. Un millar de personas, ligadas a ocho formaciones locales —repartidas por Agaete, Gáldar, Agüimes, Ingenio, San Mateo, Valsequillo, Tejeda y Firgas— y 22 concejales que han abandonado NC, llenaron el auditorio del recinto ferial en un acto político de los de toda la vida.
Las Palmas, capital
Varias guaguas —una de Alsa, con un grupo de trabajadores de Global como testigos— trasladaron a los simpatizantes del nuevo partido desde varias puntos de la isla hasta Las Palmas de Gran Canaria, punto clave en la estrategia del nuevo partido: se puede tener toda la fuerza del mundo en muchos municipios, pero si la capital se mantiene ajena al nacionalismo canario los objetivos de Municipalistas Primero Canarias —presidir el Cabildo, colarse en el Parlamento regional y acompañar a Coalición Canaria en el Congreso de los Diputados— serán inalcanzables. Lo tienen tan claro como los Aliados que desembarcaron en Normandía: para llegar a París primero tenían que caer Caen y Cherburgo.
Óscar Hernández, alcalde de Agüimes y uno de los líderes de la asonada dentro del Nueva Canarias, fue el primero en asomarse por el escenario de Infecar. Con la misma seriedad con la que un administrativo cuadra las cuentas de una pyme, recordó que "para defender Canarias, primero hay que entenderla, vivirla calle a calle, plaza a plaza, barrio a barrio" sin necesidad de repartir carnés de izquierda o derecha.
Madrid
El mandatario de Roque Aguayro lo dijo antes de que cada formación local integrada en Municipalistas Primero Canarias subiera al estrado a algunos de sus referentes. Fue entonces cuando cada agrupación —como cuando ICAN llenaba la Grada Curva del Estadio Insular— midió su capacidad de convocatoria. Por cuestión de decibelios y pasiones desatadas en el patio de butacas, San Bartolomé de Tirajana, fue la que más gente arrastró hasta Infecar.
Todos, sin embargo, ejercieron de teloneros de Teodoro Sosa. Pocos dominan la escena como el alcalde de Gáldar —y vicepresidente del Cabildo de Gran Canaria—. Entre palos a Román Rodríguez —y su guardia pretoriana— y un encendido alegato por la defensa de Canarias en Madrid —"los catalanes y los vascos, ya sean de derechas o de izquierdas, cuando llegan a Madrid sólo se ponen las chaquetas del País Vasco o Cataluña y eso es lo que tenemos que hacer los canarios, porque Canarias debe ser lo primero", — encendió los ánimos de una audiencia entregada y convencida donde destacaban figuras como Rafael Robaina —exrector de la ULPGC—, Heriberto Dávila —ex asesor técnico de movilidad del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria— o Rubén Fontes —CEO de Disproserca SL y delegado de la UD Las Palmas—.
Todo muy revolucionario. Gatopardismo de toda la vida mezclado con trumpismo. El mismo mensaje de siempre, pero en los tiempos que corren: Canary First.
