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Una mujer con claros signos de padecer una conjuntivitis / EUROPA PRESS

Conjuntivitis: aprende a reconocerla y a tratarla adecuadamente

Esta dolencia es de fácil contagio y, aunque rara vez afecta a la visión, es recomendable obtener un diagnóstico temprano

Fernando Baquero

La conjuntivitis, ese trastorno que tiñe de rojo la mirada y empaña la claridad de los días, no es sino la inflamación de la conjuntiva, esa membrana delgada y transparente que envuelve el blanco del ojo y se prolonga por el interior de los párpados.

Aunque su origen puede variar, los caminos que la provocan convergen siempre en una misma dolencia: infecciones bacterianas, virales o incluso fúngicas, reacciones alérgicas, el contacto con agentes irritantes como el humo, el polvo o ciertos productos químicos, o bien el uso inadecuado de lentes de contacto.

El riesgo de automedicarse

En el caso de padecer esta patología visual, la prudencia es la mejor decisión. “Es importante consultar al especialista”, advierte el doctor José Miguel Pérez Dieste, oftalmólogo del Hospital Quirónsalud Costa Adeje. Su advertencia no es menor: “En ningún caso hay que automedicarse, ya que algunos medicamentos que se emplean para ciertos tipos de conjuntivitis resultan altamente perjudiciales para otros”. Ante la dificultad de conseguir una cita con el oftalmólogo, recomienda acudir sin demora a un servicio de urgencias médicas.

La incidencia de esta afección ocular se acentúa durante los meses estivales, cuando los alérgenos como el polen o el césped proliferan en el aire, favoreciendo la aparición de la conjuntivitis alérgica. A su vez, el calor sofocante y la humedad ambiente se convierten en un caldo de cultivo perfecto para virus y bacterias, responsables de la conjuntivitis infecciosa.

Los síntomas no se esconden

El cuerpo habla, y los ojos lo hacen con intensidad. Entre los síntomas más comunes se encuentran el enrojecimiento ocular, la irritación, la sensación de picor o ardor, así como la secreción ocular, que puede presentarse como un fluido acuoso, mucoso o incluso purulento. También pueden aparecer fotofobia, lagrimeo persistente, visión borrosa y la incómoda sensación de tener un cuerpo extraño alojado en el ojo.

En caso de que la causa de la conjuntivitis sea de origen infeccioso, hay que actuar con cuidado para evitar la propagación. El contagio se combate con medidas simples pero efectivas: lavarse las manos frecuentemente, evitar frotarse los ojos, y no compartir objetos personales como toallas, pañuelos o cosméticos con personas que estén infectadas.

Claves del tratamiento adecuado

“El tratamiento depende siempre de la causa subyacente”, aclara el doctor Pérez Dieste. En los casos de conjuntivitis viral, no existe un fármaco curativo específico, pero pueden aliviarse los síntomas con compresas frías, colirios antiinflamatorios o antisépticos suaves, como la povidona yodada diluida. En contraste, cuando el origen es bacteriano, se hace necesario el uso de antibióticos en forma de gotas oculares, acompañados por antisépticos.

Para quienes sufren de conjuntivitis alérgica, la medicina ofrece un abanico de recursos: desde antihistamínicos en gotas hasta corticoides, sin descartar los tratamientos orales en casos más severos. Cada tipo requiere un abordaje particular, por eso es importante no actuar a ciegas ni dejarse llevar por remedios genéricos o recomendaciones ajenas.