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Las crisis hemorroidales agudas son muy dolorosas / FREEPIK

Hemorroides, ¿cuándo ir a urgencias?

El calor, el estrés o el estreñimiento pueden desencadenar una crisis hemorroidal aguda. Los expertos destacan la importancia del diagnóstico temprano y de hábitos preventivos

Fernando Baquero

En España, se estima que entre un 30 y un 50% de los adultos padecerán hemorroides en algún momento de su vida. En Canarias, esta cifra puede alcanzar picos del 30% solo en verano, cuando el calor y la deshidratación actúan como enemigos silenciosos.

Las altas temperaturas no solo favorecen su aparición, sino que también agravan los síntomas: dolor, picazón, sangrado e incluso prolapso. En los casos más severos, la inflamación desemboca en una crisis hemorroidal aguda, una dolencia tan súbita como incapacitante que convierte cada movimiento en un tormento.

Dolor que no avisa

“Se trata de un episodio inflamatorio súbito que afecta a las almohadillas vasculares del canal anal –el llamado plexo hemorroidal–, que en condiciones normales ayudan a mantener la continencia”, explica el doctor Luis Eduardo Pérez, coloproctólogo del hospital Quirónsalud Costa Adeje.

Cuando se produce una trombosis o congestión, el cuadro clínico es inequívoco: dolor anal intenso, sensación de presión, inflamación visible y, a veces, sangrado. Una situación que puede obligar al paciente a acudir de urgencia, incapaz de sentarse o caminar con normalidad.

Entre el diagnóstico y la confusión

El dolor anal puede tener muchas caras, y por eso “diferenciar una crisis hemorroidal de otras patologías como fisuras, abscesos, prolapsos rectales o incluso tumores es esencial para evitar complicaciones”, advierte el especialista.

Los síntomas más característicos son punzantes, persistentes, y empeoran al defecar o permanecer sentado. En ocasiones aparece una masa azulada y dura junto al margen anal –la señal visible de una trombosis externa– acompañada de picor, presión y leve sangrado.

Factores que la provocan

Las causas son tan variadas como cotidianas. El estreñimiento crónico, los esfuerzos al defecar, el sedentarismo, el estrés, el embarazo y el posparto, o los viajes largos donde se pasa mucho tiempo sentado son desencadenantes habituales.

“A menudo varios factores coinciden, aunque en algunos pacientes la crisis aparece sin causa aparente”, recuerda el doctor Pérez. Las crisis son más frecuentes entre los 30 y los 60 años, especialmente en mujeres jóvenes durante el embarazo y en hombres con hábitos sedentarios o dieta deficiente.

Cuando ir a urgencias

El médico advierte que se debe buscar atención inmediata si el dolor es intenso, existe sangrado abundante, fiebre, malestar general o una masa anal que no se reduce sola.

“En esos casos –añade­– estamos ante una crisis hemorroidal aguda, y el tratamiento puede requerir desde medidas conservadoras hasta una evacuación quirúrgica del trombo”.

Tratamientos personalizados

Cada caso se aborda de manera individualizada, según la intensidad del dolor y el estado del paciente.

En fases leves, se recomiendan analgésicos, antiinflamatorios, baños de asiento con agua templada, pomadas con corticoides o anestésicos locales, además de una alimentación rica en fibra, hidratación adecuada y reposo relativo. Los fármacos venotónicos, como la diosmina o los flavonoides, ayudan a mejorar la circulación y reducir la inflamación.

Cirugía y técnicas mínimamente invasivas

Cuando el dolor no cede tras 48 o 72 horas o las crisis son recurrentes, se evalúa la opción quirúrgica. En la actualidad existen procedimientos mínimamente invasivos como la ligadura elástica o la esclerosis química, con una recuperación rápida y resultados duraderos.

En casos de trombosis externa severa, se puede realizar una trombectomía bajo anestesia local, un procedimiento breve que alivia el dolor de forma inmediata.

Hábitos que marcan la diferencia

Durante una crisis moderada o grave, los especialistas recomiendan reposo y evitar actividades que aumenten la presión en la zona, como el ejercicio intenso, montar en bicicleta o mantener relaciones sexuales anales. La alimentación y la higiene son pilares fundamentales en la recuperación: se aconseja fibra abundante, frutas, verduras, cereales integrales, evitar los picantes y los alimentos astringentes, mantener una higiene suave, usar papel húmedo o duchas perianales, y sobre todo evitar jabones irritantes.

Prevenir para no volver a sufrir

La recurrencia es frecuente si no se corrigen los factores de riesgo. Mantener un tránsito intestinal regular, no forzar la evacuación, evitar el sedentarismo y no permanecer sentado muchas horas seguidas son claves para prevenir nuevos episodios. “

El tratamiento preventivo con medicación y hábitos saludables reduce de forma significativa la posibilidad de recaídas”, concluye el doctor Pérez.