Amós García, por Farruqo.
Amós García, por Farruqo.

Amós García, el médico que aprendió del rock a convivir con la incertidumbre

Especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública, referencia en vacunología y una de las voces clave durante la pandemia en Canarias

Martín Alonso

“You can’t always get what you want, but if you try sometimes, you get what you need”. La estrofa más conocida de You Can’t Always Get What You Want, de los Rolling Stones, lleva décadas funcionando como una suerte de consuelo generacional. También podría servir como una síntesis vital de Amós García, médico especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública, epidemiólogo, divulgador sereno y una de las figuras más reconocibles de la gestión sanitaria en Canarias durante la pandemia. En su forma de entender la vida y la profesión hay algo profundamente rockero: la aceptación de que el control absoluto no existe, pero sí el compromiso, el método y la honestidad intelectual.

Nacido en Santa Cruz de Tenerife en 1954, Amós García creció en un entorno donde la medicina no era solo una profesión, sino una forma de estar en el mundo. Su padre, también médico, le transmitió desde muy temprano la idea de que ejercer la medicina implicaba escuchar, observar y, sobre todo, asumir responsabilidades incluso cuando las respuestas no eran evidentes. A esa educación temprana se sumó una pasión juvenil por el rock, una música que le enseñó que la realidad es compleja, que el conflicto forma parte del camino y que no todo se resuelve de manera inmediata. Esa mirada, lejos de ser anecdótica, acabaría impregnando su manera de ejercer la salud pública.

Decisión clave

Se licenció en Medicina y Cirugía por la Universidad de Sevilla en 1983 y pronto orientó su carrera hacia la Medicina Preventiva y la Salud Pública, un ámbito menos visible que la medicina asistencial, pero absolutamente decisivo para el funcionamiento de cualquier sistema sanitario. Completó su formación con un máster en Economía de la Salud y Gestión Sanitaria, estudios específicos en vacunas y una sólida preparación en gestión y planificación, consciente de que la prevención no solo depende del conocimiento científico, sino también de la capacidad para organizar recursos, anticipar escenarios y tomar decisiones impopulares cuando es necesario.

Durante más de tres décadas desarrolló su labor en el Servicio Canario de la Salud, vinculado al área de Epidemiología y Prevención. Quienes han trabajado con él coinciden en señalar una constante: su obsesión por el rigor y su rechazo a las respuestas simples ante problemas complejos. Amós García ha defendido siempre que la salud pública no admite atajos ni gestos grandilocuentes; se construye con datos, con análisis sosegado y con una enorme dosis de pedagogía social. De ahí su insistencia, a lo largo de los años, en explicar una y otra vez por qué determinadas medidas eran necesarias, incluso cuando resultaban incómodas o difíciles de asumir.

Reconocimiento internacional

Su especialización en vacunología le situó progresivamente en el ámbito nacional e internacional. En 2013 asumió la presidencia de la Asociación Española de Vacunología, cargo que desempeñó durante casi una década. Desde esa responsabilidad trabajó para reforzar el papel de las vacunas como una herramienta esencial de salud pública, combatir la desinformación y defender la necesidad de políticas basadas en la evidencia científica. En ese tiempo insistió en que el éxito de un programa de vacunación no depende solo de la disponibilidad de dosis, sino de la confianza social, un capital frágil que se gana con transparencia y coherencia.

Amós García./ CEDIDA
Amós García./ CEDIDA

Esa convicción se hizo especialmente visible durante la pandemia de la covid-19, el episodio que marcó definitivamente su proyección pública. Canarias fue el escenario del primer caso confirmado en España, detectado en La Gomera, y Amós García estuvo desde el primer momento al frente de la respuesta técnica. La gestión de aquel caso inicial, sin transmisión comunitaria posterior, se convirtió en un ejemplo temprano de que la epidemiología clásica —rastreo, aislamiento y seguimiento— seguía siendo eficaz incluso frente a un virus desconocido.

Posición inédita

A partir de ahí, la pandemia colocó a García en una posición inédita: la de convertirse en una voz de referencia para la ciudadanía. Sus intervenciones públicas se caracterizaron por un tono deliberadamente alejado del alarmismo. Defendió la necesidad de prudencia, paciencia y responsabilidad colectiva, consciente de que el miedo es tan contagioso como un virus. En un contexto de incertidumbre permanente, su mensaje insistía en que la ciencia no ofrece certezas inmediatas, pero sí marcos de actuación que permiten reducir riesgos y salvar vidas.

Uno de los momentos más delicados fue la decisión de confinar un hotel en Tenerife, una medida drástica que evidenció el choque entre salud pública y actividad económica. García sostuvo entonces que la prevención no puede supeditarse a intereses coyunturales, y que retrasar decisiones difíciles suele tener un coste mayor a medio plazo. Esa manera de entender la gestión sanitaria, basada en anticiparse a los escenarios más adversos, definió su actuación durante toda la crisis.

Enseñanzas de la pandemia

Con la llegada de las vacunas, su papel adquirió una dimensión aún más relevante. Defendió la vacunación como un acto de responsabilidad individual y colectiva, subrayando que no se trataba solo de protegerse a uno mismo, sino de proteger a los más vulnerables. En ese contexto, apoyó gestos simbólicos como la vacunación pública de responsables políticos y sanitarios, convencido de que la ejemplaridad es una herramienta poderosa contra la desconfianza.

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Amós García, predicando con el ejemplo: en la imagen recibe una dosis de la vacuna contra el COVID-19. / AH

Tras los momentos más duros de la pandemia, Amós García ha reflexionado con frecuencia sobre lo ocurrido. Lejos de lecturas complacientes, ha advertido de que la sociedad no ha salido necesariamente fortalecida. A su juicio, la crisis puso de manifiesto carencias estructurales en la salud pública, una excesiva dependencia de respuestas improvisadas y una tendencia preocupante a olvidar las lecciones aprendidas una vez superada la emergencia. Insiste en que sin inversión sostenida en prevención, vigilancia epidemiológica y educación sanitaria, el sistema seguirá siendo vulnerable ante futuras crisis.

Jubilación

En 2024 se jubiló oficialmente, cerrando una etapa profesional de más de cuarenta años. Sin embargo, su retirada no ha supuesto un silencio. Continúa participando en foros, aportando análisis y defendiendo la importancia de una salud pública fuerte, discreta y bien dotada. Su legado no se mide solo en cargos o reconocimientos —entre ellos, la Medalla de Oro del Gobierno de Canarias—, sino en una forma de entender la medicina como un servicio público que exige rigor, humildad y compromiso ético.

Como en la canción de los Stones, Amós García ha asumido que no siempre se obtiene lo que se desea: ni el aplauso unánime, ni la comprensión inmediata, ni decisiones sin coste. Pero su trayectoria demuestra que, con trabajo constante y una fe inquebrantable en la ciencia, es posible conseguir lo que realmente se necesita. En tiempos de ruido, prisa y simplificación extrema, su figura representa algo cada vez más escaso: la autoridad tranquila de quien sabe que la salud pública es, ante todo, un ejercicio de responsabilidad colectiva.