¿A dónde va uno si quiere un libro? Más allá de comprarlo en una librería, hay una respuesta clave: un espacio comunitario dedicado a la lectura y la cultura, las bibliotecas. Pues, muy alejado de lo que se pueda pensar, no son esos lugares silenciosos, repletos de papeles y libros, incluso llenos de polvo, como se han descrito en cuentos e historias, con todos los estereotipos que se les ha atribuido.
Las bibliotecas canarias están más vivas que nunca, estableciéndose como una pieza clave en el acceso a la cultura y la lectura. Y así se lo han hecho saber a Atlántico Hoy diferentes usuarios, fieles a sus bibliotecas, en muchos casos municipales, y el propio personal de estos espacios. Aunque siempre hay un pero y en este caso es que todavía queda mucho por explotar, ya que todo depende del presupuesto y la promoción, dos aspectos en los que las bibliotecas continúan flaqueando.
Acceso a la lectura
Para algunas personas, las bibliotecas son un recurso imprescindible. Carlota, usuaria frecuente de la biblioteca Adrián Alemán de Armas, ubicada en La Laguna, la Red Bica le permite acceder a los libros sin coste. “Me gusta mucho ir a la biblioteca, golifiar un rato, ver las novedades y que se cuece”, cuenta. Ella solo opta por comprar un libro cuando se trata de una publicación muy reciente, que puede que todavía no esté disponible en las ofertas bibliotecarias.
Y es que las bibliotecas se convierten en todo un paraíso para los lectores, sobre todo habituales, como es el caso de Victoria, para quien “descubrir las bibliotecas fue un antes y un después” en su vida. Trata de pasarse una vez a la semana o al menos al mes y llevarse el máximo de libros posible. Esto ha llevado a que sea “una persona pesadísima con el tema de las bibliotecas, ya que creo que es uno de los pocos recursos gratuitos de ocio y cultura a los que podemos tener fácil acceso”.
Libro digital
No obstante, también hay gente que ha perdido el hábito de ir a las bibliotecas después de adquirir un libro electrónico. “Antes de que me regalaran el ebook iba mucho a la Biblioteca de La Isleta. Siempre trae novedades y, como va poca gente, no tenía que esperar mucho para leer algún libro que acabara de salir. Al final es una buena forma de leer sin tener que gastarse el dinerito en comprar los libros. Pero es eso, ya no voy al tener el ebook”, explica Sara.
Ahí entra en juego uno de los servicios que brinda la red de bibliotecas, perfecto para los lectores digitales: Ebiblio. Micaela y Aida son grandes amantes de este servicio y les resulta muy útil. “Antes sacaba muchos libros, pero Ebiblio permite tener todos esos libros sin tener que darte el paseo hasta la biblioteca y sin sufrir pensando que se te va a olvidar devolverlos”, subraya una de las jóvenes.
Falta de promoción
Desde el ámbito profesional, las bibliotecarias coinciden en que las bibliotecas siguen siendo espacios con mucha afluencia, pero que necesitan más promoción y recursos. Ángeles Domínguez, presidenta de la Asociación de Bibliotecarios/as y Documentalistas de Canarias (ByD), enfatiza: “Las bibliotecas y el préstamo de libros se siguen utilizando bastante. El problema es que la gente a veces no sabe lo que ofrecen porque no se promocionan. La mayoría de las cosas que se hacen en ellas es gracias al personal. Falta presupuesto y publicidad”.
En esta línea coinciden el personal de distintas bibliotecas - han preferido quedarse en el anonimato - que recalcan la necesidad de visibilizar los múltiples servicios que ofrecen, desde actividades culturales hasta el acceso a plataformas como Efilm, el Netflix gratuito de las bibliotecas. Defienden que todo se usa bastante, pero se podría usar más si se le diera la publicidad suficiente.
Un ejemplo del impacto positivo que pueden tener estas instituciones es la biblioteca Josefina de La Torre, en Las Palmas de Gran Canaria, que recibe una media de 150 personas al día para estudiar, participar en actividades o hacer uso del préstamo de libros, con entre 80 y 100 préstamos diarios.
Ampliar su uso
Las bibliotecas en Canarias siguen siendo una herramienta fundamental para el acceso a la lectura y la cultura. Aunque hay una base sólida de usuarios fieles, el desafío sigue siendo ampliar su alcance mediante una mejor difusión y apoyo institucional.
Como bien señala Domínguez, las bibliotecas no son solo depósitos de libros, sino espacios de comunidad y cultura que aún tienen mucho potencial por explotar.


