Las borrascas en Canarias han dejado imágenes como esta en Arrecife (Lanzarote) / EFE - Adriel Perdomo
Las borrascas en Canarias han dejado imágenes como esta en Arrecife (Lanzarote) / EFE - Adriel Perdomo

Las borrascas ponen a Canarias frente al espejo: las islas deben actuar en planificación urbanística

Abel López, portavoz de la Asociación Española de Climatología, apunta que las ciudades canarias han sido diseñadas sin tener en cuenta los riesgos naturales, por lo que es vital revisar los planes y protocolos para evitar posibles desastres

ariadna

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La borrasca Nuria o la Olivier han sido las últimas en aparecer en el mapa de Canarias dejando imágenes como las calles inundadas de Arrecife y Teguise (Lanzarote), así como desprendimientos, una torre eléctrica partida, o hace unas semanas un coche empujado al mar en Salinetas (Gran Canaria). El impacto de estos fenómenos meteorológicos conduce a la siguiente pregunta: ¿están las ciudades canarias preparadas para los riesgos climáticos?

Abel López, investigador de la Universidad de La Laguna (ULL) y portavoz de la Asociación Española de Climatología, señala que “nuestro sistema ha sido diseñado y planificado sin tener en cuenta la variable riesgo”, por ejemplo, “ubicando viviendas en áreas donde se manifiestan problemáticas”, como los cauces. A esto se suma “una serie de déficit desde el punto de vista de la infraestructura actual, como los sistemas de drenaje”. 

Y aunque las islas destacan “con un mejor sistema de protección civil y emergencia” que otras regiones, el experto revela la necesidad de integrar los posibles riesgos en la planificación urbana, trabajando sobre todo a nivel municipal. 

Ignorar los riesgos 

Estas imágenes causadas por las borrasca han sido más predominantes en los últimos meses, ¿es esto lo que depara a Canarias? Por ahora no se ha podido establecer una relación directa entre el cambio climático y un aumento en la torrencialidad en el archipiélago, apunta López. Sí ha habido cambios en la forma en la que llueve, lloviendo menos y en épocas diferentes, pero el experto recuerda que la precipitación en las islas ya es de por sí muy irregular y, en muchas ocasiones, torrencial. 

Aumente o no esta torrencialidad en un futuro, el problema y causa del impacto de las trombas de agua tienen que ver con el incremento de la población, sobre todo, “en Lanzarote y Fuerteventura, que han duplicado su población en los últimos 20 años”. Lo que ha implicado, a su vez, “la expansión urbanística”, que, muchas veces, ignora los riesgos naturales.

Impacto de las lluvias torrenciales en Lanzarote. EFE/ Adriel Perdomo
Impacto de las lluvias torrenciales en Lanzarote. EFE/ Adriel Perdomo

El diseño urbano

Uno de los aspectos más críticos señalados por el investigador es el diseño urbano. Por ejemplo, “hemos ocupado muchos cauces. En Lanzarote, aunque no haya grandes barrancos como en otras islas, hay cauces secundarios que discurren por medio de la ciudad, que ha sido sellada por asfalto y cemento. Y ahí,  cualquier gota que caiga, no se filtrará, sino que correrá”. 

A esto se suma que los sistemas de drenaje resultan insuficientes y “no han funcionado como deberían funcionar para absorber ese volumen de precipitación”, como en otras partes del mundo en los que sí están preparados. 

Planes municipales

¿Qué se puede hacer? La respuesta para López es “planificar con óptica de riesgo”, es decir, “que se ordenen nuestras ciudades o se construyan nuevos espacios, sabiendo cuáles son los puntos con mayor riesgo, qué se debe hacer para convivir con ellos y reducirlos de la mejor manera posible”. 

Toda esta información debe recogerse en los planes urbanísticos y planes de emergencia tanto municipales como regionales, pues, a pesar de que en muchos casos existen, carecen de un análisis de riesgos riguroso y de integración en la planificación general del municipio, por lo que es vital actualizarlos y mejorarlos. 

 En la imagen, vecinos de Arrecife limpian de barro una calle tras los destrozos de las lluvias. EFE/ Adriel Perdomo
En la imagen, vecinos de Arrecife limpian de barro una calle tras los destrozos de las lluvias. EFE/ Adriel Perdomo

Autoprotección

Asimismo, — más allá de las soluciones técnicas, como tanques de tormentas, diques o mejoras en los sistemas pluviales, — la formación y educación de la ciudadanía es un factor clave. “Igual que enseñamos reanimación cardiopulmonar, deberíamos formar en autoprotección ante inundaciones o incendios”, indica el investigador. 

Esta cultura de la autoprotección, muy desarrollada en países como Japón o EE.UU., está poco implantada en Canarias. “Eso nos hace más vulnerables, porque ante un evento extremo, no sabemos cómo reaccionar. Y la resiliencia no es solo cuestión de infraestructuras, sino también humana”, recalca.

Ciudad resiliente

De esta manera, se crea una “ciudad resiliente”, que se caracteriza por tres fases fundamentales: anticiparse al riesgo, absorber el impacto y recuperarse rápidamente. 

Lo primero es “seguir fortaleciendo nuestro sistema de alerta temprana”.  “Tenemos uno de los mejores sistemas de alerta de Europa, gracias a AEMET, pero aún es muy difícil prever con exactitud dónde caerá la tromba. Hay que seguir afinando y mejorando esa capacidad de anticipación”, explica López. También es necesario “un espacio resiliente a las amenazas de origen natural, capaz, por ejemplo, de absorber las precipitaciones sin colapsarnos”. En este sentido, “debe garantizar el funcionamiento de los servicios esenciales —luz, agua, hospitales, centros educativos —, así como recuperarse de forma rápida”. “Y después, lo que no se suele hacer, o cuesta muchísimo más, es aprender de lo que ha acontecido”, expone el experto. 

Esa transformación implica revisar protocolos, adaptar normativas, reconstruir infraestructuras y proteger especialmente a los colectivos más vulnerables. También requiere que las administraciones trabajen de forma coordinada, que haya participación ciudadana real, y que los marcos normativos —desde el local hasta el europeo— estén alineados con una visión de futuro.

Queda por hacer

López es claro en su valoración final: “Si nos comparamos con otras comunidades autónomas, Canarias está entre las que mejor sistema de protección civil tiene y más está invirtiendo en acción climática. Pero no vamos tan rápido como deberíamos. Y no es solo una cuestión regional, es sobre todo un reto municipal”.

“Los municipios deben ponerse las pilas. La sostenibilidad del territorio no se puede entender sin integrar los riesgos que lo amenazan. Y eso debe ser el motor de cómo construimos nuestras ciudades de aquí en adelante”, concluye.