Los meses de febrero y marzo son una época ideal para los amantes de los viajes. Con las nuevas ofertas de aerolíneas y agencias de turismo, es posible explorar destinos a precios más accesibles desde Canarias.

Sin embargo, no todos los destinos cuentan con el mismo encanto, y, como dice el refrán, "para gustos, los colores". Mientras que algunas ciudades son joyas históricas o culturales, otras adquieren una mala reputación por su falta de atractivos o su estética poco agradable.

El vuelo directo más curioso

Desde el aeropuerto de Gran Canaria existe una conexión directa a una ciudad que ha sido catalogada en múltiples ocasiones como la más fea del mundo: Charleroi, en Bélgica.

Este destino, que podría no estar en la lista de prioridades de muchos viajeros, ofrece una puerta de entrada curiosa a quienes desean explorar el corazón de Europa sin escalas.

Charleroi: estética industrial y pasado minero

Charleroi es una ciudad marcada por su pasado como centro minero y siderúrgico, lo que ha dejado una huella industrial en su paisaje urbano. Con fábricas abandonadas y una infraestructura descuidada, la ciudad ha sido objeto de críticas no solo por su aspecto, sino también por sus índices de criminalidad en ciertas zonas, especialmente durante la noche.

A pesar de esta reputación poco halagadora, Charleroi ofrece algunas visitas interesantes para quienes se animen a conocerla. Entre sus principales atractivos está el Museo de la Fotografía, considerado uno de los más prestigiosos de Bélgica. También destaca la iglesia de San Cristóbal, con su cúpula dorada, y las antiguas minas que han sido reconvertidas en espacios culturales. Además, el arte urbano está ganando protagonismo en sus calles con murales que intentan revitalizar la ciudad.

La alternativa: conexión con Bruselas

Si la estética industrial de Charleroi no convence, el aeropuerto de la ciudad ofrece una solución sencilla: un autobús directo conecta con Bruselas en poco más de una hora. Este servicio, que opera durante todo el día, permite descubrir la belleza de la capital belga, conocida por su Grand Place, sus museos, y su ambiente vibrante.

Así, aunque llegues a una ciudad que no destaque por su encanto, siempre tienes la opción de sumergirte en la riqueza cultural y arquitectónica de Bruselas o explorar otras ciudades cercanas que forman parte del patrimonio europeo.