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Sociedad

La casa con la fachada más pequeña de Canarias: un hogar abandonado que se levantó hace ocho décadas

La casa tiene 82 metros cuadrados, 52 en la primera planta y 30 en la segunda y se construyó en 1940

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una de las fachadas más estrechas de Canarias / MONTAJE ATLÁNTICO HOY

¿Cuánta felicidad puede soportar una calle? La pedida de matrimonio de una pareja que se jura amor eterno en un casco histórico, una reunión familiar en ese restaurante que ha costado tanto sacar adelante, o niños corriendo, riendo y jugando mientras procuran no tropezar con esos adoquines de diferente relieve que han soportado tantas cosas. 

También tristeza. Gente con miedo, huyendo, escondiendose, luchando y temiendo lo peor. La guerra civil española es un gran ejemplo de que una misma calle es capaz de ver correr al malo y huír al bueno, ¿cuánto habrán visto las fachadas más antiguas de Canarias? ¿dónde se habrián escondido los más valientes? No lo sé, pero en pleno centro de Gran Canaria hay una casa misteriosa, pequeña y aparentemente abandonada que seguramente —si pudiera hablar— contaría buenas historias, pues está ahí desde 1940. 

La casa más pequeña 

No se puede decir que sea la casa más pequeña de Canarias, sobre todo teniendo en cuenta que a día de hoy se alquilan y venden cada vez más espacios reducidos que rozan lo absurdo a precios desorbitados. Pero sí podemos poner esta fachada en el podio de las más estrechas de las Islas. 

En la Avenida Marítima de Las Palmas de Gran Canaria hay una fachada en la que cabe una puerta y poco más. Literalmete poco, puesto que no hay nada más. Su fachada está deteriorada, hace tiempo que la pintura se ha despegado y los cables que cuelgan de lo que parece ser un pequeño balcón hacen que la apariencia empeore. No es para menos, los años pasan por todos, también por los hogares, este tiene 83 años. 

Una historia 

La casa tiene 82 metros cuadrados, 52 en la primera planta y 30 en la segunda. Parece inhabitable, pero en Las Palmas hay estudios con menos metros alquilados a precio de oro. Quién sabe lo que se esconde detrás de una puerta magullada y una ventana cerrada a cal y canto. 

Ocho décadas son muchas décadas, quizás fue un hogar que vio nacer y crecer una familia, quizás nunca nadie lo sintió como un verdadero hogar o quizás forma parte del limbo imboliario hasta que un giro en los acontecimientos permita que esa edificación se rinda a una demolición o se abra a una nueva familia o un nuevo uso.