José, ganadero tinerfeño que ha sufrido quejas vecinales por sus cabras, junto a una casa rural / MONTAJE AH
José, ganadero tinerfeño que ha sufrido quejas vecinales por sus cabras, junto a una casa rural / MONTAJE AH

El caso de José no es aislado: “Compran casas junto a granjas pero quieren echar a los ganaderos”

Desde hace años las quejas de personas que se instalan en zonas tradicionalmente rurales por la presencia de granjas van en aumento según asociaciones del sector

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El pasado miércoles la sociedad canaria se sorprendía por el caso de José, un ganadero de La Matanza que denunciaba que algunos de sus vecinos, además de una casa vacacional, pedían que le amonestasen por las molestias de sus cabras. Pero su caso no es aislado, ya que es una situación que sufren muchos ganaderos isleños.

Con el crecimiento poblacional muchas personas han comenzado a vivir en zonas de pueblo o tradicionalmente rurales, donde han ido creciendo además las viviendas de nueva construcción. Unas zonas en las que, en la mayoría de ocasiones, hay granjas instaladas y que son denunciadas por algunos de estos nuevos vecinos, ya sea por olores o ruidos de los animales. 

Zonas urbanas

La presidenta de Asaga Canarias, Ángela Delgado, explica a Atlántico Hoy que ocurre más de lo pensado. "Las zonas urbanas han ido creciendo. En lo que antes era suelo rustico, ahora resulta que llega la gente, se hacen el chalet al lado de una ganadería, y muchos de ellos son ilegales. Luego es el ganadero el que molesta, cuando su explotación ha estado toda la vida. Tenemos muchísimos casos de esos", valora. Para ella quienes se muden a vivir a estos lugares deben de tener en cuenta que, antes que ellos, estaba la granja. "Es parte del paisaje y parte del lugar donde te has ido a vivir". 

Delgado explica que además se suma el problema de la legalización de instalaciones ganaderas. Unas solicitudes que, según considera, deben agilizarse al igual que las Directrices de Ordenación del Suelo Agrario (DOSA) porque darían a los ayuntamientos herramientas para valorar las explotaciones y tener un criterio a la hora de dar licencias. "El suelo urbano se ha comido parte del suelo rústico de todos los pueblos. Hay mucha normativa, pero poco control", apunta. 

Imagen de un grupo de cabras / PEXELS
Imagen de un grupo de cabras / PEXELS

El caso de José 

José, que mantiene viva la tradición ganadera a la que su familia lleva dedicándose desde hace más de 60 años, aseguraba a Atlántico Hoy que estaba desesperado por las quejas de varios vecinos --entre ellos una vivienda vacacional-- de la zona por donde va con sus cabras por la presencia de sus animales. El ganadero deja claro en todo momento que entiende que el olor o las heces molesten, pero insiste en que "lleva toda la vida sin hacer daño a nadie".

Por otro lado aseguraba que además le habían llegado hasta tres notificaciones del consistorio donde le pedían que se fuese con los animales a otro suelo rústico del que dispone --al parecer las cabras están en suelo urbano, aunque la explotación está legalizada–-, algo a lo que, insiste, no puede hacer frente y tiene miedo de que le confisquen su ganado. El ayuntamiento dijo que las quejas eran por las heces y que eso conllevaba a una sanción por efectos en la carretera. Además aseguraron que no habia ningún tipo de orden para confiscar el ganado. 

Educación 

En este sentido, ¿es necesario acercar a la sociedad la importancia de la ganadería? Preguntado por esta cuestión, el director general de Ganadería, Andrés Díaz Matoso, respondía a Atlántico Hoy que aunque en Canarias se sigue conservando el entorno rural, cada vez hay más "personas urbanas que ven a un señor llevando sus cabras de una parcela a otra por una carretera general y les asombra o hasta ponen problemas". A su parecer es fundamental llevar la realidad del sector hasta la sociedad, concretamente a edades más tempranas.