Canarias encabeza los datos de prevalencia y mortalidad por diabetes en España. Más de 230.000 personas padecen esta enfermedad en el archipiélago, de las cuales 174.343 tienen diabetes tipo 2. La cifra supone alrededor del 14% de la población adulta, una tasa que, aunque pueda parecer modesta, supera de manera significativa la media nacional, como alerta Margarita Roldán, coordinadora del Grupo de Diabetes de la Sociedad Canaria de Medicina Familiar y Comunitaria (SOCAMFYC).
Aunque la atención primaria es la principal línea de diagnóstico y seguimiento, la saturación de los servicios y la carencia de ciertos perfiles en los centros, no contribuyen a una atención completa, como gustaría desde el ámbito sanitario. Consultas especializadas podrían ser la respuesta para un mejor cuidado de las personas con diabetes en las Islas.
Principales factores
Entre las causas que explican esta epidemia regional, Roldán destaca la obesidad, los malos hábitos alimentarios, el sedentarismo, los antecedentes familiares y los factores socioeconómicos. “La obesidad es clave porque produce resistencia a la insulina, un mecanismo central en la diabetes tipo 2. Además, tenemos un problema serio con la dieta”, asegura.
La experta recuerda que la cesta de la compra en Canarias es una de las más caras del país, lo que dificulta el acceso a alimentos frescos y saludables. “Las frutas y verduras no siempre son lo más caro, pero sí es difícil encontrarlas a precios asequibles. Si en el supermercado lo más barato es la bollería industrial, muchas familias optan por eso”, lamenta.
Además del estilo de vida, Roldán señala un componente genético específico de la población canaria. “Hay una hipótesis que vincula la mayor susceptibilidad a la diabetes tipo 2 con la herencia de nuestros ancestros norteafricanos y aborígenes canarios”, explica. Este “genotipo de riesgo”, unido a un entorno que favorece los factores de riesgo, dispara la incidencia.
Consecuencias
Las consecuencias de la falta de cuidado de la diabetes son muy amplias, desde amputaciones, enfermedades cardiovasculares, complicaciones renales hasta, cómo no, la pérdida de calidad de vida. Roldán pone el ejemplo del pie diabético: “Cuando cortas la primera pierna, la otra tiene la misma edad. Y si no te has cuidado, también va a peligrar”.
A esto se suma la alta mortalidad por diabetes en Canarias, la mayor de todo el país. “No solo tenemos más personas con diabetes tipo 2, sino que también mueren más por su causa”, subraya.
Medicamentos
El alto consumo de medicamentos para la diabetes en Canarias responde tanto a la elevada prevalencia como a una mayor conciencia profesional. “Se están introduciendo tratamientos incluso en fases de prediabetes, lo que es positivo”, indica Roldán.
Entre ellos destaca la metformina, base del tratamiento en tipo 2, y los análogos del GLP-1, conocidos por su eficacia en diabetes, obesidad e incluso hígado graso. “Estos fármacos están de moda porque sirven para muchas cosas y reducen el riesgo cardiovascular”, afirma.
Consultas especializadas
La experta defiende el papel de la atención primaria como primera línea de diagnóstico y seguimiento, pero advierte de las limitaciones estructurales: falta de tiempo, escasez de recursos, dificultades para que haya un historial compartido entre especialidades y atención primaria, y carencia de perfiles como nutricionistas o psicólogos. “La relación con la comida también está muy ligada a la salud mental”, señala.
Estas limitaciones llevan, por ejemplo, a algo tan simple como no poder explicar con detalle al paciente el tratamiento escogido y cómo administrarse el medicamento, por lo que tiende a producirse un mal uso, expone Roldán.
La coordinadora del grupo de diabetes de SOCAMFYC propone que se habiliten consultas especializadas de enfermería para el abordaje exclusivo de la diabetes en todos los centros de salud. “No todo el mundo tiene que pasar por el médico. Hay muchos profesionales válidos que pueden controlar entre visitas”, defiende.
Plan para el futuro
Para revertir la tendencia, Roldán subraya que la solución no es solo sanitaria, sino también política y social. “No puede ser que sea más fácil comprar bollería que pan de calidad. Hay que subvencionar los alimentos saludables”, defiende. También reclama más campañas de concienciación ciudadana y una apuesta clara por la educación alimentaria desde edades tempranas.
En definitiva, la diabetes es un problema multifactorial que requiere de una respuesta integral. “O se cambia el estilo de vida, o esto solo puede ir a peor. Vivimos más, sí, pero cada vez más envejecidos, cronificados y polimedicados”, concluye.
