A veces, basta un primer viaje para desmontar una idea preconcebida. Basta un aterrizaje caluroso, una caminata sin rumbo o una tarde en la terraza de un pub para que las expectativas se transformen en preguntas. ¿Qué buscan realmente los turistas británicos cuando vuelan a Canarias?
La respuesta, para algunos, no siempre es tan evidente. Y cuando un reportero viaja no solo para descansar, sino para observar, el relato puede tomar un rumbo inesperado.
Crítica a la experiencia turística
Adam Toms, periodista del medio británico Express, viajó por primera vez a Tenerife, una de las islas favoritas del turismo del Reino Unido. Lo hizo no solo por placer, sino para cubrir las recientes protestas contra la masificación turística en Canarias. Su experiencia, sin embargo, fue más crítica que entusiasta.
En su artículo, Toms reconoció que el ambiente cálido y soleado le recordó a antiguos veranos familiares en Almería. Sin embargo, su visión de las vacaciones típicas británicas en la isla no fue precisamente amable: “No entiendo cómo la gente puede gastar tanto para venir aquí y hacer tan poco”, reflexionó tras observar la rutina de miles de compatriotas.
Turistas sin curiosidad
Durante su estancia, el periodista se mostró desconcertado por lo que consideró una forma pasiva de viajar: días enteros entre la tumbona, el pub y la playa, sin explorar la cultura local o el entorno. “Lo que vi fue mucha gente holgazaneando, como si el simple hecho de estar tumbado al sol ya fuese suficiente”, explicó.
Comparó esta rutina con su infancia, cuando pasaba los días entre barbacoas y siestas, aburrido de leer y con la televisión como única vía de escape. Hoy, dice, sus criterios han cambiado. “Ahora elijo destinos con historia, con cultura, con cosas que hacer”, escribe, marcando distancia con el tipo de turismo más común en algunas zonas del archipiélago.
Un viaje sin sentido
Uno de los aspectos que más le chocó fue la presencia masiva de pubs británicos en el sur de Tenerife: “Parece extraño gastar cientos de libras en un viaje para terminar en un pub que podrías encontrar en cualquier ciudad del Reino Unido”, lamentó. En su opinión, muchos turistas buscan fuera exactamente lo mismo que tienen en casa.
Su crítica no se dirige solo al tipo de ocio elegido, sino también a la falta de conexión con el lugar visitado. “Viajar es una oportunidad para aprender, no solo para desconectar”, afirmó, instando a sus compatriotas a optar por destinos que los reten, los sorprendan y les ofrezcan algo diferente. Toms finaliza su crónica con una invitación a la reflexión, tanto para turistas como para los destinos que los reciben. En un momento en el que Canarias debate su modelo turístico, su mirada foránea ofrece un contrapunto interesante: el de quien no busca playa, sino experiencias; no busca sol, sino sentido.
