A pocos días para la celebración de la víspera de Todos Los Santos, bien sea mediante tradiciones arraigadas en Canarias como el Día de los Finados o fiestas adoptadas más recientemente como Halloween, nos preparamos para las fechas del año donde a través de ritos y ceremonias tratamos de difuminar la frontera entre el mundo de los vivos y los muertos.
En estos días de flores, ofrendas o castañas, pero también de disfraces, sustos y caramelos proliferan las historias paranormales de experiencias que desafían la lógica principal de nuestra existencia. Desde cuentos increíbles hasta narraciones ampliamente aceptadas, estos relatos nos invitan a creer en el encuentro de dos realidades a priori irreconciliables, como una ráfaga de viento que traspasara la puerta abierta entre lo corpóreo y lo espiritual.
Una niña devota de Candelaria
En 1908, Antonia Tejera Reyes nació en un hogar humilde de la tinerfeña Villa Mariana de Candelaria y pronto manifestó cualidades particulares que la distinguían del resto. Según comentaba su propia madre, Antonia alcanzaba un estado de trance con los ojos cerrados de tal manera que de su boca brotaban palabras que no parecían propias de una niña, en un tono de voz y con una expresión corporal irreconocibles.

A consecuencia de sus insólitas capacidades, esta devota niña tinerfeña fue conocida en toda Canarias, y también fuera del archipiélago, como "La Iluminada de Candelaria", sobrenombre que le otorgaron después de que el sacerdote al que ayudaba en la parroquia le encargara explicar la doctrina a los estudiantes de catequesis que se preparaban para la Primera Comunión. Al regresar, según cuenta la narración popular, el cura vio a Antonia envuelta en un halo luminoso y predicando el mensaje cristiano por medio de bellas palabras y precisas metáforas.
La prensa de la época recogió otros episodios relacionados con estos fenómenos y así, según relataba la madre de La Iluminada: “Algunas veces parece que no es ella; cambia la voz y pone una cara distinta a la suya. Entonces es cuando los párpados le tiemblan y habla con una voz rara diciendo: Creéis que estáis viendo a Antonia, pero no es Antonia. Antonia no está aquí, soy el Verbo hecho carne para redimiros de vuestras miserias y de vuestros pecados”.
'La Iluminada' desde la ventana
Tan pronto se corrió la voz, la casa de La Iluminada se convirtió en un lugar de reunión. Cada mañana, bajo su ventana se reunían multitudes para solicitar el favor o la bendición de una joven a la que se atribuían múltiples capacidades, desde el poder de contactar con los difuntos y canalizar mensajes de los santos, hasta la cura de enfermedades o posesiones del maligno, lo cual motivó que su caso fuera estudiado por prestigiosos investigadores y médicos.
"Mi bendición sea para vosotros los que tenéis fe en mí, los que dais crédito a mis palabras y a mis hechos, los que creéis que todo poder viene de Dios y sabéis que el Espíritu está más cerca de Él que la carne...", fue uno de los mensajes que, desde el quicio de la ventana, Antonia Tejera dedicó a sus fieles, según recoge el libro "La Iluminada de Candelaria", de José Manuel Pérez.

Un recuerdo para Antonia
A pesar de convertirse en un fenómeno social durante gran parte del siglo XX, Antonia vivió siempre de manera vida humilde, tanto en Candelaria como en Santa Cruz de Tenerife, donde se mudó con su marido y tuvo dos hijas. En 1983 falleció y posteriormente el ayuntamiento de Candelaria decidió homenajear su recuerdo otorgándole a una calle cercana a su casa el nombre de "La Iluminada".
Durante la presentación del libro "La Iluminada de Candelaria" en 2022, el escritor José Manuel Pérez describió la figura de Antonia "como una santa, aunque no esté reconocida", destacando que con que su vida fue la prueba de "la diferencia entre el cuerpo y el espíritu indestructible y eterno, donde está nuestro propio ser".