Los ganaderos de La Palma, con la soga al cuello por la inflación tras un año remontando el volcán

Los insumos han subido el 300% para un sector que todavía está recuperándose de la erupción | Algunos ganaderos se están viendo forzados a llevar a sus animales al matadero

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Cabras del ganadero palmero Agustín Perera, damnificado por el volcán./ Álvaro Oliver (AH)
Cabras del ganadero palmero Agustín Perera, damnificado por el volcán./ Álvaro Oliver (AH)

Hace casi un año, el volcán de La Palma, todavía sin nombre, entró en erupción, arrasando a su paso casas, granjas, carreteras y todo lo que encontró hasta llegar al mar. En su camino hacia el Atlántico, la lava se llevó por delante las fincas, la maquinaria y los establos de un puñado de ganaderos y queseros que producían en las faldas de Cumbre Vieja. Doce meses después del peor momento de sus vidas, aún todavía recuperándose de aquel golpe, otra catástrofe les da ahora un nuevo revés. Esta vez no es el fuego y la lava lo que pone en riesgo sus negocios, sino las bombas que caen sobre Ucrania: la guerra en el este de Europa ha provocado tal inflación que el coste de los insumos ha crecido el 300% en la isla.

Alejandro Hernández (nombre ficticio a petición del entrevistado), un ganadero de Puntagorda, explica a Atlántico Hoy las cuentas que tiene que hacer cada mes para alimentar a su ganado. "El millo ha subido de 3,40 euros el kilo hasta los 11 euros, es un 300% más caro.... Los cereales y el forraje también se han encarecido el 60%, y la luz y el gasoil cuestan más de el doble que antes", narra. Los costes son mucho mayores y su margen de beneficio se reduce. "No le podemos subir el precio al queso", lamenta. Los consumidores no están dispuestos a pagarlo tres veces más caro.

Una cabaña ganadera menguante

En paralelo, la cabaña ganadera de La Palma es cada vez más pequeña. En algunas zonas como Puntagorda, se ha reducido un 70% en los últimos 15 años y no hay un relevo generacional.

Víctor Pérez, uno de los ganaderos que más perdió cuando explotó el volcán, narra a este medio que ya no queda en La Palma ganadería avícola, que los conejos están a punto de desaparecer y que la cabra palmera está en peligro de extinción. Sólo quedan unas 7.000 cabezas de ganado caprino en la isla, y son el animal de granja que más se cría.

Un día catastrófico

Víctor cría cerdos en el Valle de Aridane. Antes de la erupción, tenía también conejos, pero la lava acabó con muchos de sus proyectos. Un mes antes de la explosión en Cumbre Vieja, Víctor había invertido 6.000 euros en jaulas para estos animales. Tenía 120 hembras preñadas y 40 sementales valorados en 120 euros cada uno, pero el estrés mató a la mitad de las conejas e hizo abortar a decenas de las que sobrevivieron. Pero en ese momento la prioridad de este ganadero era evacuar a sus cerdos a un recinto que el Cabildo de La Palma le cedió en Tijarafe. Aunque sacó a todos de la granja, dos cochinos murieron por estrés la primera noche. Estaban valorados en 7.800 euros.

Además, reubicar a sus cerdas en Tijarafe le obligó a cambiarles la alimentación. En consecuencia, empezaron a engordar y dejaron de quedarse preñadas. Cuando por fin pudo regresar a la granja, limpiar la ceniza le costó 13.000 euros. Aunque a esa granja, por lo menos, pudo regresar. No tuvo la misma suerte con una finca de aguacates que acababa de montar y para la que había pedido una hipoteca. Las coladas la arrasaron por completo en cuestión de horas. "A las 15:17 cayó la primera piedra en la finca. Para las 18:00 ya estaba todo cubierto", recuerda Víctor amargamente, que describe el día de la erupción en una sola palabra: "Catastrófico".

Erupción del volcán de La Palma./ Álvaro Oliver (AH)
Erupción del volcán de La Palma./ Álvaro Oliver (AH)

 

Cientos de miles de euros en pérdidas

Entre pérdidas económicas, la finca arrasada, los animales que  murieron y los gastos que tuvo que hacer en el primer mes desde la erupción, Víctor calcula que hay unos 300.000 euros. Y, aunque recalca que el cabildo y otras administraciones se han volcado con ellos, las pérdidas superan abismalmente las ayudas recibidas. La corporación insular le dio 10.000 euros y Gestión del Medio Rural (GMR) otros 17.000. Aunque pidió una subvención, no se la concedieron. Además, Hacienda quiso cobrarle 13.000 euros en impuestos tras recibir los 27.000 de ayudas, pero logró reducir esa cifra considerablemente gracias a una buena asesoría fiscal.

Víctor estaba en su mejor momento empresarial antes de la erupción, pero este año ha sido crítico. La ceniza del volcán estropeó los pastos para el ganado y la inflación ha hecho insostenible adquirir pienso para los animales. Un saco de 25 kilos costaba siete euros en junio de 2021. Ahora, vale 13,03 euros, casi el doble, y la cabaña ganadera de La Palma consume miles de kilos de comida al día.

Trabajos de reconstrucción en una finca cercana al cono volcánico./ Álvaro Oliver (AH)
Trabajos de reconstrucción en una finca cercana al cono volcánico./ Álvaro Oliver (AH)

Colas en el matadero insular

 Algunos ganaderos no pueden permitirse mantener a sus animales y están pasando por el matadero para no arruinarse. Salatiel, una cabrera productora de leche, ha tenido que matar casi 300 cabras en los últimos meses porque producir le sale más caro que lo que ingresa. Hace unas semanas mismamente, Víctor, que también regenta una carnicería en Los Llanos, mató a 12 de sus cabras para producir carne.

Agustín Perera, otro cabrero que tenía sus establos unos cientos de metros por debajo de donde se abrió la primera boca del volcán, explica que "hay cola en el matadero" de tantos ganaderos a los que les está pasando lo mismo que a Salatiel. "Te puedes ir a la ruina de un día para otro. Las pérdidas van al día", dice.

Cono del volcán en Cumbre Vieja./ Álvaro Oliver (AH)
Cono del volcán en Cumbre Vieja./ Álvaro Oliver (AH)

Un año para comenzar a levantar cabeza

Agustín produce queso de cabra en una granja muy cercana a la boca del volcán que alquiló pocos días después de comenzar la erupción y que tuvo que rehabilitar por 50.000 euros. Su finca estaba, originalmente, debajo de lo que ahora es el cono volcánico. Narra que, desde la mañana de la erupción, los temblores eran fortísimos. "Te temblaba hasta el pecho", cuenta. Él y sus trabajadores fueron temprano a ordeñar la leche de todas las cabras y llevarse en camiones frigoríficos unos "tres o cuatro mil euros" en quesos que tenía allí. 

Cuando explotó el volcán, Agustín acudió corriendo a la granja para evacuar a sus animales. Se le habían prometido unos camiones del matadero insular para trasladar a las cabras, pero nunca llegaron. Otros ganaderos acudieron con sus camionetas al rescate de sus cabezas de ganado.

"En los primeros seis meses desde la erupción, se me murieron 80 cabras", cuenta Agustín a Atlántico Hoy. Ahora, este ganadero tiene 400 cabezas de ganado. Ha conseguido volver a tener el mismo número de cabras que antes de la erupción y por fin considera que está "remontando cabeza", un año después, pero la inflación le está castigando igual que a otros tantos ganaderos.

Entrada de la nueva granja de Agustín Perera. A través de la puerta de hierro, tras las ramas de un arbol, el cono volcánico./ Álvaro Oliver (AH)
Entrada de la nueva granja de Agustín Perera. A través de la puerta de hierro, tras las ramas de un arbol, el cono volcánico./ Álvaro Oliver (AH)

Un plan forrajero insuficiente

Agustín, al igual que muchos de sus colegas, considera que las respuestas que da el Cabildo de La Palma a la crisis de su cabaña ganadera son muy insuficientes. Durante la erupción, la corporación insular le mandó, igual que a Víctor, una ayuda económica; y GMR mandó pienso durante meses para los animales. Pero, terminado el proceso eruptivo, las indemnizaciones de Agroseguros tardan en llegar y los precios de los insumos crecen a un ritmo que los ganaderos no pueden asumir.

El plan forrajero de la isla, además, se queda muy corto para muchos de estos. Algunos dicen que este plan solo ofrece paja de trigo, lo cual "no aporta nada a la cabaña". Agustín explica que, para un solo mes, hacen falta 90 contenedores de 24.000 kilos de comida para todo el ganado de la Isla Bonita y lo que ofrece el cabildo no cubre con esa demanda. Además, los ganaderos consideran que existe un agravio comparativo entre La Palma y otras islas, donde se dan más ayudas al sector, especialmente en Fuerteventura y Lanzarote; o en El Hierro, donde, según explican los ganaderos palmeros, el cabildo insular paga la Seguridad Social a sus homólogos y el agua para el ganado es gratuita.

Cabras de la granja de Agustín Perera./ Álvaro Oliver (AH)
Cabras de la granja de Agustín Perera./ Álvaro Oliver (AH)

El cabildo repartirá 500.000 euros antes de fin de año

Sin embargo, Mariano Hernández Zapata, presidente del Cabildo de La Palma, está disconforme con las aseveraciones del sector. El presidente explica a Atlántico Hoy que, durante este año, se han entregado 80.000 euros en ayudas directas, sumados a las donaciones y ayudas para los insumos. Además, Zapata asegura que, antes de  fin de año, se habrá desarrollado una ayuda de 500.000 euros para los ganaderos.

El presidente reconoce que es cierto que en Lanzarote y Fuerteventura la cabaña ganadera recibe más ayudas, "pero ellos no han tenido una erupción volcánica", exclama. La Palma es, según el presidente insular, la tercera isla que más ayudas otorga al sector y la única que ha desarrollado un plan forrajero, aunque haya aun muchos inconformes con él.

Zapata zanja el asunto explicando que este año posteruptivo ha necesitado de atender a mucha gente y que el cabildo tiene que mirar por muchos sectores y afectados, tratando de buscar un equilibrio.