Cuando el volcán Tajogaite detuvo su erupción en 2021, la isla de La Palma enfrentó el momento de la reconstrucción tras las coladas de lava sepultar carreteras, viviendas y cultivos. Entre todas las acciones, restablecer la conexión entre el norte y el sur del Valle de Aridane se convirtió en una prioridad. Apenas dos días después de decretarse la emergencia, el 24 de marzo de 2022, los equipos de Dragados ya estaban trabajando sobre un terreno que aún ardía.
El ingeniero de Caminos, Canales y Puertos José Luis Rodríguez Prada, delegado de la empresa en Canarias, recuerda aquellos primeros días como un desafío absoluto. “Había zonas con temperaturas de hasta 800 grados y presencia de gases tóxicos. Trabajábamos sobre un terreno vivo”, explica. Se enfrentaban a una tarea que nunca se había hecho antes: construir una carretera sobre lava.
Desafíos y medidas
Para poder operar, establecieron un protocolo de seguridad con medidores de gases en tiempo real y restricciones horarias: “Había lugares donde no se podía empezar hasta las nueve de la mañana porque los niveles de gases eran demasiado altos”. Así como se utilizaron drones para medir las temperaturas, que rondaban de los 300 hasta los 800 grados.
Y es que a las dificultades ambientales se sumaba el peligro oculto bajo la superficie: tubos lávicos formados durante la erupción, donde la lava seguía fluyendo a varios metros de profundidad. “La corteza se había endurecido, pero a dos o tres metros todavía había lava líquida. Si una máquina pesada pasaba por encima, podía colapsar”, señala. Para evitarlo, se realizó una campaña de georradar que permitió identificar cavidades hasta diez metros bajo tierra y definir las zonas seguras para trabajar.

Primera carretera sobre lava
Más allá del reto técnico, el proyecto también tuvo un fuerte componente emocional ante las pérdidas que había supuesto la erupción para la isla. Rodríguez Prada recuerda que “había un sentimiento de compromiso enorme. Todos queríamos devolverle la comunicación a la isla lo antes posible. La movilidad era vital: un trayecto que antes tomaba siete minutos pasaba a durar hora y media”.
Es así como en apenas cinco meses se ejecutó la nueva vía de 3,9 kilómetros. Se trata de la primera carretera sostenible del mundo construida sobre lava reciente, un hito técnico y ambiental. “Casi todos los materiales empleados proceden del propio volcán”, destaca el ingeniero. Para lograrlo, Dragados instaló plantas de machaqueo y una planta de hormigón en la propia traza, aprovechando los recursos disponibles y minimizando la huella de carbono.
El proyecto, en el que particparon más de 25 ingenieros de camino, incorporó también un viaducto de 243 metros para garantizar el acceso a viviendas y explotaciones agrícolas que habían quedado aisladas entre las coladas. “Queríamos evitar consumir más terreno agrícola del necesario y respetar al máximo el nuevo paisaje volcánico”, comenta Rodríguez Prada.

Innovación
La innovación fue clave en todo el proceso. Las temperaturas del terreno hacían inviable el uso de pavimentos convencionales al no resistir las altas temperaturas. Tras múltiples pruebas, el equipo desarrolló el diseño de capas porosas para disipar el calor. “Lo usamos para crear una especie de tapa que redujera la temperatura superficial. Conseguimos bajar de 400 grados a menos de 100, y eso nos permitió finalmente asfaltar con un aglomerado especial”, explica.
Hoy, tres años después, la carretera sigue en perfecto estado. “Es una vía convencional, con velocidad de 70 km/h, arcenes y confort de circulación, pero está construida sobre lava reciente. Eso no se había hecho nunca en el mundo”, afirma con orgullo.
Uso futuro
Desde su experiencia, el ingeniero ve en Canarias un territorio de futuro: “Vivimos en una región volcánica; cada treinta años de media tenemos una erupción. Todo lo aprendido en La Palma servirá para el archipiélago y para el resto del mundo. Hemos convertido esta isla en un laboratorio de innovación”.
La técnica desarrollada - sin patente - está ya disponible para futuras emergencias volcánicas en cualquier parte del mundo. Pues, mientras en lugares como Hawái se esperan hasta seis años para reconstruir sobre coladas calietes, La Palma recuperó sus conexiones en unos meses.
Rodríguez Prada considera que la ingeniería española demostró su capacidad para actuar en situaciones extremas. “Nuestra labor es silenciosa, pero tiene un propósito claro. Cuando ocurre una catástrofe, la ingeniería se convierte en una herramienta fundamental para reconstruir la vida de las personas”, reflexiona. Para la empresa y para él, esta obra fue "una oportunidad para poner nuestro granito de arena".

Conferencia en las jornadas
El profesional ha participado en las I Jornadas de la Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos, celebradas en el Museo Elder, contando toda su experiencia durante la conferencia Caminos sobre lava: Ingeniería y reconstrucción tras la erupción del Tajogaite.
Con la intención de acercar la ingeniería a la ciudadanía y mostrar como esta disciplina contribuye a la vida diaria, las jornadas están abiertas al público en el museo ubicado en Las Palmas de Gran Canaria hasta este domingo, 16 de noviembre.