Del fin del mundo se ha hablado toda la vida. Allá por el 2012 se llegó a pensar que todo iba a llegar a su fin porque los mayas —ajenos al caos que dejarían en la sociedad moderna— marcaron el final de su calendario (el batkún) el 21 de diciembre. Para ellos el tiempo era cíclico —cuando acababa un ciclo, comenzaba otro nuevo—. Vamos, que su concepto se asemejaba más al de la resurrección o renacimiento que al de la propia destrucción.
Pero eso da igual. Dale un motivo para destruir la Tierra a un director de cine y con eso —y un poco de imaginación— te hace un traje apocalíptico. Donde un simple mortal ve miedo, la industria audiovisual ve dinero, y si no que alguien nos explique por qué las películas de meteoritos estrellando contra la Tierra son tan cíclicas como el calendario maya: Meteoro (1979), Armageddon (1998); Deep Impact (1998); 3 días (2008); Melancolía (2011); Buscando un amigo para el fin del mundo (2012); Greenland, el último refugio (2020) o Adiós Tierra (2024). El claro ejemplo del simplismo humano.
Quizás sea por eso que ahora cuando escuchamos hablar de un meteorito que se acerca a la Tierra a todos se nos eriza el vello: muerte, destrucción, mucho fuego, efectos especiales, ruido y ¿tendría que haber construido un búnker en el jardín? Tarde.
Actualmente, hay varios asteroides en observación por su posible trayectoria de colisión en el futuro, aunque la probabilidad de impacto en la mayoría es muy baja, como es el caso del asteroide 2024Yr4, que podría impactar en 2032 con una probabilidad del 1,9% según la NASA.
Sobre esto ha hablado la investigadora del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), Julia de León, en el marco de la segunda jornada de ÍNSULA, el festival de la divulgación científica. En el diálogo que mantuvo con Lorena Sánchez, editora de Ciencia de The Conversation, la científica explicó como se ha especializado en los últimos años en los objetos interestelares que se acercan a la Tierra.
La llegada de los asteroides
En concreto, la especialista en el estudio de las propiedades físicas y composicionales, sobre todo de los asteroides, explicó que ya se han descubierto tres de estos grandes asteroides en 2017, en 2019 y en julio de este año 2025.
A esos grandes asteroides ya identificados, “les hacemos mucho seguimiento y están tranquilitos en sus órbitas y no van a impactar con la Tierra”, aseguró Julia de León, que sin embargo alertó de que “el problema está entre los más pequeños”, en referencia a los objetos de entre 100 metros y 1 kilómetro. “Un impacto de ese tipo sí puede causar daños a nivel de un país o de una ciudad grande”.
El peligro real
Pero, ¿qué peligro suponen realmente los asteroides? “Es un peligro real pero no inmediato y es un peligro que podemos atajar y medir” a través del censo de asteroides que se encuentran en un rango de tamaños en el que puede ser peligroso un impacto, es decir, entre 100 metros y 1 kilómetro, “que es justo el rango que más nos falta por identificar, porque al ser más pequeñitos es más difícil detectarlos”. “Creemos que hemos identificado aproximadamente la mitad de toda la población que existe, o sea que todavía nos falta trabajo y la gran mayoría de los esfuerzos están puestos ahí”, afirmó.
Por otro lado, los científicos continúan trabajando en el desarrollo de tecnologías de mitigación de un posible impacto. Es decir, “si supiésemos con tiempo suficiente que un asteroide viene de camino y conocemos el tamaño que tiene y la velocidad a la que entra, etc., podríamos intentar que no choque con la Tierra”.
Quitarlos del camino
De esta manera, “ya tenemos los números, ya sabemos el tiempo que necesitamos para construir una nave de X kilos, lanzarla, interceptar un asteroide de X tamaño y cuánto somos capaces de moverlo de su órbita, porque lo que hemos hecho ha sido darle un empujoncito a un asteroide”. “Y como ya tenemos los números, ya podemos prepararnos mejor para el eventual caso de que detectemos un asteroide que viene de camino a impactar”, aseguró la científica, quien tiene claro que “no es cuestión de si va a pasar, sino de cuándo va a pasar, porque los asteroides impactan con la tierra a diario, lo hicieron en el pasado y lo harán en el futuro”.
La realidad es que caen alrededor de 17.000 meteoritos cada año sobre la Tierra, pero la mayoría son tan pequeños que se pulverizan al atravesar la atmósfera, por lo que no los vemos.
A este respecto, desde hace unos años, la Agencia Espacial Europea no solo ha confiado a Julia de León un Punto de Contacto en España para Objetos Cercanos a la Tierra (NEOs) y Defensa Planetaria, sino que también la ha puesto al mando de un instrumento que se encuentra ahora mismo a bordo de una nave espacial que va de camino al asteroide impactado en la misión DART, con el objetivo de investigar las consecuencias del impacto.