El 30 de diciembre de 1975, uno de los mayores petroleros del mundo, el Berge Istra, de 224.000 toneladas, se encontraba en el mar de Las Molucas (Océano Pacífico), al sur de Filipinas. Alrededor de las cuatro de la tarde y con el mar en absoluta calma, se registraron dos explosiones en la zona de popa y en la parte central del buque. En apenas tres minutos el barco se hundió y provocó la muerte de 31 personas, entre ellos nueve canarios. 

Solo hubo dos supervivientes: los tinerfeños Imeldo Barreto León, natural de Icod de Los Vinos, y Epifanio Perdomo López, nacido en Taganana. Imeldo logró aferrarse a una balsa salvavidas y tuvo fuerzas para rescatar a Epifanio cuando flotaba boca abajo tras sufrir una herida grave que le hizo perder abundante sangre.

Veinte días a la deriva

Ambos estuvieron flotando durante veinte días y veinte noches en una balsa a la deriva en medio del Pacífico. Casi sin esperanzas de sobrevivir, se aferraron a la vida gracias a varias galletas, caramelos, cuatro pequeños botes de agua y pescado crudo que capturaban con un anzuelo. Y, si la situación no era ya del todo dramática, el 5 de enero sufrieron una tormenta que estuvo a punto de hacer zozobrar la pequeña lancha. Al menos tres barcos pasaron de largo, ignorando las señales desesperadas de los náufragos con una linterna en la oscuridad.

Fue el amanecer del 18 de enero de 1976 cuando estos dos canarios volvieron a nacer. El pesquero japonés Hachi-O-Maru 6 avistó y rescató a los exhaustos supervivientes. De allí fueron trasladados a una base militar norteamericana y posteriormente a Okinawa, donde permanecieron ingresados en un hospital.

Un misterio sin resolver

Pero aún quedaban preguntas sin resolver sobre el Berge Istra. El petrolero mixto noruego con bandera de Liberia se dirigía al puerto japonés de Kimitsú, procedente de Rotterdam cuando sucedieron las explosiones. ¿Qué las causó? La Comisión de Asuntos Marítimos de Liberia determinó que no había forma de obtener respuestas y, por lo tanto, sería una más de las historias que suceden en alta mar sin resolver. 

Mientras, en la memoria de las familias canarias aún se recuerda a los nueve isleños que no volvieron a casa: Manuel Toledo, Manuel Melián, Gregorio Negrín, Ramón Herrera, Jesús González, Daniel Gil, José Ferrer, Francisco Bonilla y Juan Heras.