Las profundidades marinas siguen siendo uno de los mayores misterios del planeta. Bajo el azul atlántico que hoy baña las costas Canarias, hace millones de años nadaban criaturas tan colosales como legendarias. Y aunque parezca difícil de creer, el archipiélago canario fue uno de los escenarios naturales por los que pasaron estos gigantes de los océanos.
Un hallazgo lo confirma: el mayor tiburón de la historia también dejó su huella en las aguas de las islas.
Un yacimiento asombroso
Corría el año 2013 cuando científicos del Instituto Español de Oceanografía (IEO) descubrieron, al norte de La Graciosa, un yacimiento paleontológico submarino a más de 1.000 metros de profundidad. Allí se han recuperado restos fósiles del megalodón, el tiburón más grande que ha existido, capaz de alcanzar 20 metros de longitud y 100 toneladas de peso.
Junto a sus restos, también se encontraron fósiles de otros tiburones extintos, fragmentos del cráneo y costillas de un sirénido —mamífero marino emparentado con el manatí— y huesos de antiguas ballenas, lo que da pistas sobre el rico ecosistema marino del Mioceno, hace entre 23 y 5 millones de años.
El rey del océano
El megalodón vivió en aguas de todo el planeta desde hace unos 20 millones de años hasta su extinción hace apenas 2 millones de años. Era una especie cosmopolita y migradora, que se alimentaba de grandes presas como ballenas, delfines, focas y tortugas marinas. El hallazgo en Canarias no solo confirma su paso por el archipiélago, sino que sugiere que estas aguas fueron zonas de cría para ejemplares jóvenes, atraídos por la abundancia de alimento.
Según el biólogo Pedro J. Pascual Alayón, la presencia del megalodón indica que las aguas canarias fueron un paraíso marino, con abundantes presas y una biodiversidad impresionante.
Un fósil sin precedentes
El descubrimiento del sirénido, cuya existencia jamás se había documentado en el archipiélago, supone un hito para la paleontología marina canaria. Aporta información inédita sobre el clima, la fauna y el paisaje marino de hace millones de años, cuando Canarias comenzaba a emerger del océano.
Hoy, la huella de aquel pasado permanece fósilizada en las profundidades. Y nos recuerda que, mucho antes de nosotros, otros gigantes ya habitaron estas aguas.
