El municipio más pionero en el turismo de Canarias es también el más pequeño

Su extensión no llega a los 9 kilómetros cuadrados, por lo que se considera el más pequeño del Archipiélago

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Puerto de la Cruz, Tenerife. / ISLAS CANARIAS
Puerto de la Cruz, Tenerife. / ISLAS CANARIAS

Canarias está repleta de curiosidades, y sobre todo de las que menos se pueden imaginar. Una de las más sorprendentes es que el primer municipio turístico de las Islas es también el más pequeño de todo el Archipiélago en cuanto a extensión.

¿De cuál se trata? Aunque pueda parecer impensable, es el Puerto de la Cruz. Con 8,73 kilómetros cuadrados, esta zona del norte de la isla de Tenerife se posiciona como el municipio más pequeño de Canarias. Le sigue Tazacorte, que tiene una superficie de 11,56 kilómetros cuadrados. 

En los años 50,60, 70 y 80 el Puerto de la Cruz vivió un ‘boom’ en su turismo, aunque comenzó a tener cierto movimiento desde finales del siglo XIX. Fue tanta su relevancia durante la época que el 13 de octubre de 1955 el Gobierno de España lo declaró de Interés Turístico Nacional.

¿Por qué es el más pequeño?

La extensión del Puerto de la Cruz no llega a los 9 kilómetros cuadrados, midiendo concretamente 8,73, por lo que está  considerado como el municipio más pequeño del Archipiélago. 

Se encuentra en uno de los enclaves más espectaculares de la isla, en el valle de La Orotava. Además limita con este mismo municipio, así como con Los Realejos, y tiene una población superior a los 30.000 habitantes.

Cuna del turismo en Canarias

Según recoge el propio ayuntamiento, la historia del Puerto de la Cruz como corazón del turismo empieza sobre 1880 debido a hechos importantes como la construcción del Gran Hotel Taoro o el comienzo de la remodelación de casas antiguas familiares para este fin.

Pero como toda la isla sabe, el Puerto vive sus años esplendidos en cuanto al turismo entre 1950 y 1980, sobre todo por la inauguración del Aeropuerto Tenerife Norte. Los 70 se posicionan como el periodo de tiempo donde el turismo modificó el aspecto y el desarrollo económico de la ciudad.

A pesar de que con el tiempo han surgidos otros núcleos competidores, su atractivo es indudable y sigue presente gracias a lo que ofrece como ciudad como por ejemplo el Lago Martiánez, el Jardín Botánico, la mítica Plaza del Charco o el propio Loro Parque.

También destaca por sus inmuebles históricos como La Casa Amarilla, considerada la sede del primer centro de estudios primatológicos de la historia, o el Sitio Litre, una casa del siglo XVIII por donde pasaron figuras como Agatha Christie o Alexander von Humboldt.