Existen lugares en el mundo donde las palabras no se dicen, se silban. Donde los mensajes atraviesan barrancos, montañas y valles sin necesidad de gritos, teléfonos ni radios. En uno de esos rincones de Canarias, se conserva un sistema de comunicación de origen ancestral que convierte el aire en lengua y el silencio en significado. Un lenguaje sin voz, pero cargado de historia.
Muchos creen que es solo una curiosidad folclórica, pero este idioma ha sido reconocido internacionalmente como patrimonio cultural y se enseña hoy en día en las escuelas. Su supervivencia no solo habla de tradición, sino también de identidad y resistencia.
Silbo que se entiende
Se trata del silbo gomero, una forma de comunicación basada exclusivamente en silbidos articulados que reproducen los sonidos del lenguaje hablado. Aunque en sus orígenes se usaba para silbar el idioma de los antiguos pobladores prehispánicos, actualmente reproduce el castellano con sorprendente precisión.
Este lenguaje permite mantener conversaciones complejas a varios kilómetros de distancia, incluso hasta cinco, gracias a que los silbidos viajan con claridad por los abruptos paisajes del lugar. Su eficacia reside en que no es un simple código limitado a unas pocas frases: los silbadores pueden mantener diálogos completos usando solo variaciones de tono, interrupciones y continuidad del sonido.
Único en el mundo
El silbo gomero es el único lenguaje silbado en el mundo que sigue siendo utilizado por una comunidad completa. A diferencia de otros silbos ya desaparecidos en distintas regiones montañosas o rurales del planeta, en este caso más de 22.000 personas lo conocen, lo valoran y lo mantienen vivo. Se utiliza tanto en la vida cotidiana como en celebraciones religiosas, bajadas, fiestas populares y actos civiles.
Desde el año 1999, el silbo forma parte del currículo escolar obligatorio en los centros públicos de la isla. Todos los niños y niñas lo aprenden como parte de su formación cultural, lo que ha permitido revitalizar su uso entre las nuevas generaciones.
Además, muchas personas nacidas antes de 1950 todavía lo practican con fluidez, manteniendo así el vínculo intergeneracional y asegurando una transmisión directa del conocimiento.
Cómo funciona
El sistema se basa en sustituir vocales y consonantes del idioma hablado por silbidos: dos tipos de silbido representan a las vocales y cuatro a las consonantes. A través de distintas combinaciones, es posible construir más de 4.000 conceptos, lo que convierte al silbo en un auténtico sistema lingüístico.
Su riqueza no está solo en la cantidad de palabras que puede expresar, sino en su capacidad para emocionar, alertar, conversar y narrar sin necesidad de pronunciar una sola palabra.
Patrimonio a conservar
Este lenguaje, que se ha transmitido de maestro a discípulo durante siglos, está hoy protegido para evitar que se repita lo que ocurrió en otras islas del archipiélago, donde los lenguajes silbados desaparecieron con el paso del tiempo. En el caso de La Gomera, el compromiso de la comunidad ha sido clave para preservar este legado.
El silbo no es solo un medio de comunicación: es también un símbolo de identidad, una herramienta cultural que define a un pueblo y su capacidad para adaptarse al entorno.
A quienes visitan la isla por primera vez, este lenguaje les resulta hipnótico y emocionante. Escuchar a dos personas silbarse desde barrancos opuestos es algo que no se olvida fácilmente.
Un tesoro canario
Reconocido por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, el silbo gomero representa una de las formas de comunicación más insólitas, eficaces y poéticas que existen. En una época dominada por la tecnología, este lenguaje recuerda que la voz humana no siempre necesita palabras, y que en lo profundo de las islas aún se conservan secretos que solo el viento sabe descifrar.