Lo mejor que puede ocurrirle a un artista es que su nombre se convierta en adjetivo, de manera que se transforme en referente principal de un estilo. Así, como reconocimiento a su aportación determinante a una disciplina creativa, disponemos de calificativos como picassiano, daliniano, velazqueano, o incluso cervantino y kafkiano, para definir una manera de interpretar la realidad y plasmarla de manera artística.
Alejados de los centros urbanos donde surgen las vanguardias, no son muchos los artistas o literatos canarios que han abierto un camino creativo propio hasta crear un sello propio de identidad -a excepción, por supuesto, de la obra galdosiana de don Benito Pérez-, o de la impronta tan personal de César Manrique, que permite reconocer una serie de rasgos estéticos como manriqueños.
Aunque sea desmesurado considerar a Óscar Domínguez como un artista desconocido, lo cierto es que incomprensiblemente su nombre (aún) no ha cristalizado en el imaginario cultural colectivo, al contrario que otros artistas como los ya citados. Sin embargo, a nivel internacional, el nombre del pintor canario se ha consolidado, junto a Joan Miró y Salvador Dalí, como una de las figuras relevantes imprescindibles del movimiento surrealista en España.

Máquina de coser electrosexual
El pasado 28 de febrero de 2023 la casa Christie´s de Londres llevó a subasta el lienzo 'Máquina de coser electrosexual', una de las obras más emblemáticas y crípticas de Óscar Domínguez. La pieza alcanzó un valor de 5,2 millones de euros, y convirtió a su autor en el artista canario con mayor cotización en el mercado del arte. En poco más de una década, esta obra duplicó su valor desde los 2.452.792 euros en que fue subastada por primera vez.
Esta obra, que hasta la fecha ha sido la más expuesta del pintor lagunero, constituye una fuente inagotable de interpretaciones por su inquietante contenido simbólico. Tal y como definió la obra el historiador José Carlos Guerra, autor de Óscar Domínguez: obra, contexto y tragedia, durante una conferencia sobre el lienzo en el TEA, esta pieza refleja el deseo erótico, si bien lo enmascara bajo una estratagema simbólica con el objetivo de esquivar la censura de la conciencia.
Asimismo, el cuadro recoge uno de los motivos más recurrentes de la obra de Domínguez, el toro o el minotauro. En el caso de 'Máquina de coser electrosexual', según defiende Guerra, la cabeza de toro, que derrama sangre sobre el cuerpo desnudo de una mujer, representa al propio autor, que en muchas ocasiones se identificó con el minotauro e incluso firmaba así sus cartas.

Exportador de paisajes canarios
En 1927 Óscar Domínguez llegó a París con la encomienda de encontrar nuevos mercados para la producción platanera de la finca su familia en Tacoronte pero al genio canario pronto le encandiló la vida cultural de la capital francesa y tras la muerte de su padre en 1931 decidió dedicarse de lleno a la pintura.
Aunque en su labor de comercial de plátanos nunca alcanzó el éxito esperado, Domínguez se convirtió en un exportador de paisajes y cultura de Canarias a través de piezas donde representó dragos, cardones y otras especies de flora autóctona, como puede apreciarse en 'Los sifones', 'Madamme' o 'El Drago de Canarias'. Además se valió de los paisajes volcánicos, los acantilados y olas del mar Atlántico que presenció en su juventud para crear una de sus obras más notables: 'Cueva de guanches'.
Con todo, más de medio siglo después de su muerte, la obra de Óscar Domínguez continúa siendo desconocida para muchos canarios a pesar del empeño del TEA en convertirse en museo extraoficial hasta que el artista cuenta con un espacio dedicado en exclusiva. Mientras tanto, su valor en los mercados internacionales sigue al alza.