Platón, Aristóteles, Sócrates, Kant, Nietzsche y Freud caben en la alineación de la UD Las Palmas

El equipo amarillo gana al Atlético de Madrid y reparte felicidad por la ciudad, la isla y parte del Archipiélago

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Los jugadores de la UD Las Palmas celebran el gol de Kirian frente al Atlético de Madrid. / QUIQUE CURBELO-EFE
Los jugadores de la UD Las Palmas celebran el gol de Kirian frente al Atlético de Madrid. / QUIQUE CURBELO-EFE

Si hay una pregunta que la humanidad se ha repetido a lo largo de la historia, esa es —probablemente de tanto perseguirla— qué es la felicidad. Ante una cuestión tan trascendental, uno encuentra respuestas de todo tipo. Ahora y en tiempos pretéritos. Para algunos esa dicha reside en experiencias tan sencillas como comerse un helado de gianduja en un banco de la calle Triana y para otros ese concepto tan idílico simplemente no existe.   

Para tratar asuntos tan capitales, para resolverlos o por lo menos para discutir y dar vueltas a su alrededor, en la Antigua Grecia levantaron algo tan monumental como la filosofía. Resueltos asuntos tan primarios como el acceso a la comida o cobijarse bajo un techo seguro, decidieron levantar la mirada y tratar la totalidad de nuestro ser: quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos… Y entre tanta pregunta, obviamente, alguien dio con esa duda que nos acompaña desde hace siglos: qué carajo es la felicidad.

Teorías

Según Platón, filósofo capital de la Antigua Grecia, la felicidad se alcanza a través de la contemplación de la verdad, la bondad y la belleza, valores que nos llevan a la reflexión y a la comprensión de nuestro propósito en la vida. Aristóteles, su discípulo, fue más concreto aún: “Los que obran bien son los únicos que pueden aspirar en la vida a la felicidad”. Para Sócrates la felicidad no se encontraba en el placer ni en la satisfacción de los deseos, sino en la búsqueda de la sabiduría.

En tiempos no tan remotos, Kant argumentó que “la felicidad es un concepto tan indeterminado que, aunque todo ser humano desea alcanzarlo, nunca puede decir lo que realmente desea y quiere”. La visión de Nietzsche es que la verdadera felicidad no se encuentra en la satisfacción de los deseos o en la búsqueda del placer, sino que se trata de un estado de plenitud y de afirmación de la vida tal y como es, sin esperar nada a cambio, mientras que para Freud la felicidad del ser humano se orienta únicamente a saciar sus necesidades.

Noche mágica

Todo lo anterior, en teoría, es impecable, pero —y espero que me perdonen mis amigos más sesudos—, la materia a tratar creo que es más sencilla: la felicidad es ser de la Unión Deportiva Las Palmas. Vale que el equipo nos ha dado unos cuantos disgustos. Cierto es que a veces quieres renegar de todo por algunas decisiones que toma su dueño. Y es innegable que si uno busca la dicha a través de ganar Ligas, Copas y Champions, aquí está en el lugar equivocado. 

Pero uno es de la UD Las Palmas por noches como la de este viernes en el Estadio de Gran Canaria. Por la victoria sobre el Atlético de Madrid, evidentemente, pero por mucho más: por ver cómo le brillan los ojos a un niño de cinco años, porque en su mirada trasluce la emoción de un momento que ya jamás olvidará; por la emoción de una mujer (de Tenerife) a la que no le gusta el fútbol pero a la que los nervios consumen con los arreones finales del Atleti en busca del empate; por la comunión entre 30.000 personas que, en el día a día, probablemente ni se miren a la cara; por el orgullo de competir con gente de la tierra y por jugar e interpretar el fútbol de una manera tan marcada; porque es Coco o muerte; por la revancha de Benito tras una grave lesión; por la vida de Kirian Rodríguez; por el subidón final de endorfinas. 

La felicidad es eso. La felicidad es la UD. Disfrutemos.

PD- Si alguna de las personas del círculo más cercano de Jonathan Viera lee este texto, y le quiere de verdad, que le diga, por favor, que no cierre así su historia con la UD Las Palmas.