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Sociedad

Antonio González Viéitez: "El futuro de Canarias habría sido inimaginable sin potabilizadoras"

La primera planta desaladora que se construyó en Canarias fue en 1964, en la isla de Lanzarote. Por aquel entonces el estrés hídrico y la escasez de agua era alarmante

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Antonio González Viéitez durante una entrevista sobre la guerra del agua en Las Palmas de Gran Canaria. / TVE

Antonio González Viéitez (economista y político) es un libro abierto y por eso, antes que nada, debe poner en contexto a todo el que lo escuche —o lo lea, en este caso—. ¿Qué importancia tuvieron las desaladoras para acabar con el problema de desabastecimiento del agua en Canarias? “Hombre, esencial, pero de todas maneras, hay un dato curioso…”. Y comienza la historia de cómo el Archipiélago se convirtió en un referente europeo y mundial para luchar contra la falta de agua, un problema que está lejos de haber desaparecido. 

González Viéitez estuvo presente en la guerra del agua de Las Palmas de Gran Canaria, cuando la población de algunos barrios de la capital se lanzaron a la calle tras meses con cortes constantes en el suministro. “El problema se produce previamente debido al sector del plátano donde, hasta los años 70, la producción en Gran Canaria era mucho mayor que la de Tenerife o La Palma”, explica el economista. “Pero, esa actividad productiva frenética solo se pudo realizar a partir de romper la sostenibilidad y el equilibrio freático de la isla”, continúa. 

“Dicen los que conocen, que la selva de laurisilva más importante de toda Canarias estaba en el Doramas, en Gran Canaria”, explica. “Esto era una auténtica esponja de agua pero, la cantidad de aguamangantes y la insostenibilidad del crecimiento continuo de los cultivos de plátano, llevaron a que esa preciosa esponja se convirtiera en una auténtica piedra pómez”. 

Desabastecimiento

La falta de agua para el cultivo hace que muchas fincas de la isla de Gran Canaria comiencen a desaparecer y este problema con la falta de abastecimiento comienza a trasladarse a la ciudad. “La ciudadanía, sobre todo en Las Palmas de Gran Canaria, no era consciente de lo que estaba pasando con el acuífero y, de momento a otro, se encuentran con estas dificultades”. 

El paisaje urbano de algunas ciudades canarias tiene algo característico que a veces pasa desapercibido para los que allí viven. “Está lleno de bidones en las azoteas”. Un paisaje que demuestra que, durante una etapa, existía agua de vez en cuando, “y a lo mejor aparecía una o dos veces a la semana. A partir de ahí, comienza una tremenda batalla por el agua, por la supervivencia”, recuerda González Viéitez.

Pintada en Las Palmas de Gran Canaria, a principio de los años 80, durante la guerra del agua

La primera potabilizadora de Canarias

La primera planta desaladora que se construyó en Canarias fue en 1964, en la isla de Lanzarote. Por aquel entonces el estrés hídrico y la escasez de agua era alarmante. “Curiosamente, hacía casi 20 años que, por primera vez en la historia de cualquier ámbito europeo, aparece la primera potabilizadora porque el ciclo natural del agua era incapaz de proveer para el conjunto de la ciudadanía”, contextualiza el político. 

Asimismo, durante años, la ciudadanía de la parte alta de Las Palmas de Gran Canaria —Tres Palmas, Pedro Hidalgo y el Polígono de San Cristóbal—, “gracias al movimiento vecinal curtido en la lucha antifranquista, comenzó a generar una demanda absolutamente civilizada, pero muy bronca y exigente” que acabó con la colocación de la cantidad de potabilizadoras necesarias para cubrir la demanda. “Es que el futuro de Canarias habría sido inimaginable sin lo que representan las desaladoras”, confirma González Viéitez.