El problema de las aulas enclave en Canarias: ¿son realmente inclusivas?

La falta de personal especializado, recursos materiales y el gran desconocimiento del entorno educativo en el Archipiélago sobre las Necesidades Específicas de Apoyo Educativo afectan al alumnado y a sus familias

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Alumnado de un aula enclave de un centro de Canarias / CONSEJERÍA DE EDUCACIÓN
Alumnado de un aula enclave de un centro de Canarias / CONSEJERÍA DE EDUCACIÓN

Según el Gobierno de Canarias, “las Aulas Enclave (AE) son unidades de escolarización en centros educativos ordinarios, en las que se proporciona respuesta educativa al alumnado con Necesidades Educativas Especiales (NEE), que requiere de adaptaciones que se apartan significativamente del currículo en la mayor parte o en todas las áreas o materias, y que precisan de la utilización de recursos extraordinarios de difícil generalización”. Se supone que estas sirven para lograr una integración del niño en el entorno educativo ordinario, favoreciendo su desarrollo académico y personal

Sin embargo, hay un problema y un descontento generalizado entre las madres y los padres del alumnado con Necesidades Específicas de Apoyo Educativo (NEAE) en Canarias: las aulas enclave no están cumpliendo su función y, al contrario, están convirtiéndose “en guetos”, ha afirmado con contundencia Marian Álvarez, presidenta de la Federación de Ampas de Gran Canaria. 

Inclusión real

Canarias tiene más de 300 aulas enclave y doce centros de Educación Especial a los que se sumarán otros 30 más el próximo año tras un anuncio de la Consejería del área. “¿para qué queremos 30 nuevas aulas en clave si no las dotan de recursos?”, se quejó Álvarez. “Algo que hay que solucionar es que la docencia tenga cierta preparación para poder afrontar una inclusión real”, continuó Jorge Hernández, presidente del AMPA El Pilar del IES Luis Cobiella en La Palma, “y esta inclusión no se puede dar desde un centro especial ni se puede dar desde un aula enclave donde los niños y las niñas están encajonados”. 

“Necesitamos que puedan estar con el alumnado de su misma edad y hacer cosas con niños y niñas de su misma edad, pero no hay profesionales preparados para saber cómo afrontar a un alumno NEAE en un aula ordinaria”, expone Hernandez. 

Problemas sin solución

“¿Qué pasa cuando hay una familia que no atiende como es debido a su hijo? Fácil, aparecen los Servicios Sociales”, Hernández es padre de un niño con una discapacidad diagnosticada y también se cuestiona “¿qué pasa, entonces, cuando es la administración la que no los atiende?” Entre los problemas principales que encuentran las familias es que “no se está haciendo una valoración temprana, se tarda mucho tiempo hasta que los valoran los equipos pedagógicos y, además, hay diferencias entre la escuela pública y la privada”

Y luego, a estos niños, niñas y adolescentes los meten en lo que se llama las aulas enclave. “Son equipos de formación para que las personas con alguna discapacidad diagnosticada reciban apoyo para que puedan hacer un tránsito hacia la vida adulta con igualdad de condiciones, se llama equidad”, explica Hernández. “Cuando un docente se jubila debería ser sustituido por otro, pero los están sustituyendo por alguien que no es nada y, encima de la empresa privada, es como si se jubila un profesor de Literatura y ponen a dar las clases a un fontanero”. 

Hablar con las familias

“Las aulas enclave se han convertido en espacios donde unimos a niños de edades diferentes, con necesidades educativas diferentes y que no tienen nada en común e intentan convencernos de que forman un grupo”, critica Álvarez. Para los padres y las madres, la Consejería de Educación tiene “un gabinete de ocurrencia” porque, según aseguran, muchos de los problemas del alumnado NEAE se podrían solucionar “hablando con nosotros”. 

“Es un despropósito que un joven de 21 años esté hasta los 25 en un aula enclave de secundaria”, juzga Hernández. “Una persona de esa edad tiene que estar en un centro de Formación Profesional o en un centro ocupacional y que no sea solo de jardinería porque parece que aquí todos los que tienen una discapacidad tienen que ser jardineros, pero yo conozco a chicos y chicas que podrían ser grandes cocineros o grandes técnicos de informática”, concluye.

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