El museo de antigüedades y coleccionismo de Benigno López, todo un amante de las cosas antiguas / ARIADNA MARTÍNEZ - ATLÁNTICO HOY
El museo de antigüedades y coleccionismo de Benigno López, todo un amante de las cosas antiguas / ARIADNA MARTÍNEZ - ATLÁNTICO HOY

Recuerdos y trastos de toda una vida: "Mi padre era un amante de las cosas antiguas"

Benigno López tiene 91 años y dedicó su vida a coleccionar objetos antiguos de su familia, viajes y donaciones. Ahora, su hija Maricarmen es la que mantiene el museo privado de la colección

ariadna

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Maricarmen López abre la puerta del Museo de Antigüedades y Coleccionismo, ubicado en Valsequillo. Para cualquier persona que lo visite, será una inmensa sala con objetos muy curiosos y antiguos, todo un sin fin de historia. Para ella, es la colección de toda la vida de su padre Benigno López, que ha visto desde que es pequeña. 

Su padre, que justo el miércoles pasado 29 de enero cumplió 91 años, comenzó a coleccionar con 10 años a partir de una peseta que se encontró envuelta en papel en la calle. “Mi abuela le dijo que el dinero que se encontraba en el suelo no se podía gastar. Entonces, cada vez que se encontraba una moneda, la guardaba y no la usaba. Yo también tengo esa costumbre”, relata la hija. 

Fue así, como de una máxima de su madre, Benigno empezó a interesarse por los objetos que se iba encontrando y, lo que fue creciendo de la pasión de un niño, se convirtió en un pequeño museo privado de recuerdos de su familia, de sus viajes por el mundo, donaciones de amistades y otras personas. 

El baúl de los recuerdos

Desde la yunta con las iniciales de su abuelo grabadas, la colección de monedas de distintos países, recortes de periódicos, televisores, una gramola hasta una inmensa lavadora de madera, Maricarmen recorre enseñando a este medio la colección de su padre. 

De primeras no sabe qué contar, pero es, sumergida entre los objetos, cuando comienza a hablar y narrar las anécdotas que esconden los artilugios. Como quien abre el baúl de recuerdos, Maricarmen abre las vitrinas y señala. “Ese cuadro de ahí me acuerdo yo de ser una niña chiquitita, chiquitita y que estaba en la sala de la tele cuando vivíamos en Telde”. 

“Estas son las palancas que había antiguamente. Se sacaba la pieza de cerámica y había que poner un filamento de cobre. Muchas veces se lo veía hacer a mi padre y así yo aprendí muchas cosas”, comenta Maricarmen. 

A la izq. Maricarmen señalando el cuadro que recuerda de pequeña. A la drch. las antiguas palancas / ARIADNA MARTÍNEZ - ATLÁNTICO HOY
A la izq. Maricarmen señalando el cuadro que recuerda de pequeña. A la drch. las antiguas palancas / ARIADNA MARTÍNEZ - ATLÁNTICO HOY

Objetos de todo el mundo

Más allá de los objetos que fue guardando de la familia y si se encontraba alguna antigüedad que llamara su atención durante un paseo con sus amistades, gran parte de su colección la adquirió durante sus viajes. 

"Mi padre era muy gracioso porque iba a todos los viajes habidos y por haber. Siempre acababa en algún mercadillo y compraba cosas. Mi madre decía: <<¿Dónde irá con ese trasto? Después en el avión, vamos a ver cómo lo hacemos>>”, cuenta la hija riendo. 

En uno de esos viajes, al que Benigno se llevó a su nieto, el hijo de Maricarmen, “que en aquella época era un niño”, consiguió un teléfono fabricado en Checoslovaquia. “Fue con mis padres a un crucero y pararon en una zona de Italia. Y pasó como siempre, mi padre vio un sitio de antigüedades. Mi hijo volvió contándome: <<Mamá, si tú vieras cómo regateó abuelo con el italiano. Primero le dijeron 10.000 liras y al final se lo consiguió por 6.000. Yo no sé cómo abuelo hablaba italiano>>”, continúa riendo Maricarmen al recordar las historias mientras sujeta el teléfono con la mano y se sorprende ante el peso del objeto. 

El teléfono antiguo que consiguió Benigno regateando en Italia / ARIADNA MARTÍNEZ - ATLÁNTICO HOY
El teléfono antiguo que consiguió Benigno regateando en Italia / ARIADNA MARTÍNEZ - ATLÁNTICO HOY

Amante de las cosas antiguas

“Mi padre no tenía preferencias por nada porque era algo que le encantaba. Era amante de las cosas antiguas y se pasaba horas y horas aquí limpiando y barnizando las piezas”. Maricarmen sonríe acariciando una foto de su padre que tiene colgada en la sala. 

A Benigno, a día de hoy con 91 años, le fue diagnosticado alzhéimer en 2019 y ya no continúa ni visita con asiduidad su colección. “Estoy esperando que deje de hacer tanto frío para traerlo porque al final, todo esto es suyo. No sé si lo recordará, pero quiero que lo vea”, asegura la hija. 

Ahora es ella la que se encarga de seguir ampliando la colección de su padre si alguien se anima a donar: "Yo recojo todo. Tendré que volver a hacer alguna vitrina por ahí”. Y también es Maricarmen la que abre, como hacía su padre, el museo al público cuando el almendro florece y el municipio celebra las fiestas, así como cuando algún grupo de turistas, pensionistas o vecinos y vecinas quiere visitarlo para viajar al pasado entre esos pasillos repletos de objetos que con tanto cariño Benigno guardó y su familia sigue manteniendo vivo.