Las sebas que nos ciegan

Todos dicen que hablan en nombre de nosotros; pero nosotros no tenemos que ver con casi ninguno de ellos

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Fotografía de la Peña de la Vieja, en la playa de Las Canteras, el jueves ,9 de noviembre de 2023
Fotografía de la Peña de la Vieja, en la playa de Las Canteras, el jueves ,9 de noviembre de 2023

El océano también tiene sus otoños en las orillas de las playas. Estos días, la playa de Las Canteras está llena de sebas que se adentran en el agua. Apenas se puede caminar por algunos tramos y uno ve moverse todo ese plancton silencioso más allá del rumor de las olas que resuenan todo el tiempo entre la arena o detrás de La Barra. Todo se vuelve turbio si nadas entre las sebas, y la verdad es que esa es la misma sensación que uno tiene cuando se asoma a las noticias diarias.

Todo está turbio en este mundo raro que estamos construyendo al mismo tiempo que destruimos los cimientos de la convivencia y de los Derechos Humanos. Cada cual quiere tener razón y justifica la mentira o la violencia con la chulería de quien sabe que si alguien les cuestiona habrá una horda de exaltados lanzando piedras o exabruptos digitales contra quien busque algo de mesura en este disparate. Cuanto más buceamos tratando de encontrar alguna luz que nos oriente, más se oscurece la esperanza de futuro, en la política nacional, en la internacional y en la que ya no sabes de dónde viene, pero sí que sube la cuota de las hipotecas, que desmonta los servicios públicos esenciales y que deja a la intemperie cada vez a más gente que ves deambulando por la calle o haciendo cola en los comedores sociales. 

Nos tratan como a tontos manejables, y así se gestó el Brexit o alcanzó Donald Trump la presidencia norteamericana. Los unos y los otros nos quieren llevar a los extremos donde no haya vuelta atrás para el entendimiento y la convivencia, y donde ya no se vea nada más que la oscuridad turbia en la que quieren seguir maniatándonos. Te piden que tomes partido, que grites en un lado o en el otro, y si no lo haces eres un cobarde o estás dejando que todo se venga abajo: si hablas de diálogo te increpan los que quieren que todo se resuelva a porrazos, si tratas de buscar el punto común de la igualdad ante la ley y de una justicia independiente te meten en el saco de los que tiran las piedras y se sientan en las calles para salir en la pantallas. Sacan las banderas y uno no tiene más bandera que la que nos hermane a todos los mortales sin este huida hacia delante en la que nadie está midiendo las consecuencias. 

Miras al mar y recuerdas todas las orillas que has visto dibujarse para desaparecer con la siguiente marea. La Peña de la Vieja que aparece en esta fotografía del pasado jueves, nos observa desde lejos con la sapiencia de quien ha aprendido a resistir los embates de las olas más despiadadas. Se parece a todos los que estamos buscando la manera de seguir trabajando, ayudando a los demás o tratando de cumplir con nuestras obligaciones y de disfrutar de nuestros derechos sin creernos diferentes, ni más importantes por haber nacido en Honolulu, en Murcia o en Agaete. Ese océano sí sabe que sólo estamos generando basura y que somos unos irresponsables que no pensamos en las consecuencias de la inmediatez cerril o ambiciosa. Estos días también emprenden sus primeros vuelos las pardelas cada vez más asediadas por nuestras luces prepotentes. Nos ciega todo ese parpadeo virulento de las pantallas, el grito o la arenga que no busca más que un interés personal o territorial sesgado, insolidario y egoísta. Todos dicen que hablan en nombre de nosotros; pero nosotros no tenemos que ver con casi ninguno de ellos. 

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