Cuatro veteranos de guerra partieron desde Gran Canaria, el pasado sábado 7 de diciembre, con un propósito que iba más allá de cruzar el Atlántico a remo: sensibilizar sobre el impacto humano de la guerra en Ucrania y recaudar fondos para la rehabilitación de soldados heridos.
Sin embargo, a los pocos días de iniciar la travesía, el proyecto –llamado ROW4UKRAINE– enfrentó un obstáculo inesperado: problemas en el barco Sophia, que amenazaron con poner fin a la misión.
Problemas en alta mar
Lee Spencer, el capitán británico y veterano que lidera la expedición, contactó a Dimitri Rezvoy, constructor del Sophia, el lunes 9 de diciembre, para informarle de los problemas técnicos que enfrentaba la embarcación. En ese momento, el grupo ya se encontraba a 150 kilómetros de la costa grancanaria.
Se organizó una primera búsqueda el martes, con el apoyo de un barco de Puerto Rico (sur de Gran Canaria). Tras un día de navegación sin éxito, Spencer optó por contactar a Salvamento Marítimo, que rescató a los cuatro tripulantes el miércoles 11 utilizando un helicóptero. Aunque los veteranos estaban a salvo, el Sophia quedó abandonado en el océano, una pérdida que Rezvoy no estaba dispuesto a aceptar.

Continuar con el proyecto
Determinado a recuperar el barco y continuar con el proyecto, Rezvoy organizó una nueva operación de rescate. El domingo 15 de diciembre, él e Iván Gavrylko, uno de los veteranos ucranianos, partieron desde Tenerife en un barco de apoyo. Las condiciones climáticas no eran favorables, con fuertes vientos y oleaje que dificultaban el uso del rastreador del Sophia.
A pesar de los desafíos, lograron localizar la embarcación al día siguiente. Tras realizar las reparaciones necesarias y confirmar que el barco estaba en condiciones de navegar, Rezvoy y Gavrylko decidieron continuar con la travesía hasta Barbados, retomando el sueño que habían dado por perdido.
“Rendirse no es una opción”
El rescate del Sophia ha sido celebrado no solo por la tripulación, sino también por la comunidad ucraniana, que sigue de cerca este proyecto. Para la ciudadanía ucraniana “rendirse no es una opción” en estos momentos. “No se trata de un barco en sí, sino de una ilusión para los ucranianos, por eso no podían rendirse”, cuenta Vadym Syroyezhko, activista ucraniano que ha acompañado a la tripulación en su estancia en las Islas.
Con buena velocidad y un progreso de 100 millas ya alcanzado, Rezvoy y Gavrylko esperan completar la travesía. A medida que surcan las aguas del Atlántico, la misión ROW4UKRAINE sigue cumpliendo su propósito original: llamar la atención sobre el impacto humano de la guerra y recaudar fondos para la fundación Invictus Games, que apoya la rehabilitación de veteranos heridos.
