Los vuelos directos de Canarias a Roma que salen dos veces a la semana por menos de 150 euros

Roma está a cuatro horas y media de Canarias y es un destino imprescindible en la guía de viajes de cualquier amante del arte y de la historia

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Imagen de una pareja en Roma / CIVITATIS
Imagen de una pareja en Roma / CIVITATIS

Para aquellos que viajan lejos del periodo estival elegir destino puede convertirse en una odisea y más si el vuelo sale desde Canarias. Acostumbrados a adaptarse a vuelos con escala, pisar dos o más aeropuertos para llegar a los lugares más bonitos y alejados es algo que muchos canarios conocen y aunque todo eso merece la pena —por las ansiadas vacaciones—, a veces un vuelo directo se agradece. 

Los canarios siempre han sentido atracción por los destinos como Marruecos, Lisboa, las islas Azores o Madeira pero hay otros lugares que hay que visitar sí o sí —con caracter casi obligatorio— y que están a unas cuantas horas de distancia del aeropuerto de Gran Canaria y con unos precios más que apetecibles. Se trata de Roma, la ciudad eterna a cuatro horas y media de Canarias. 

Los precios para una semana

  • Del jueves 16 de noviembre al jueves 23: 107 euros. 
  • Del lunes 4 de diciembre al 11: 150 euros
  • Del lunes 22 de enero al 29: 130 euros.
  • Del jueves 15 de febrero al 22: 136 euros. 

Para conseguir los mejores precios en los vuelos es bueno contar con comparadores que valoran las opciones más económicas teniendo en cuenta los filtros que quieras aplicar como número de escalas, precio e incluso por compañías aéreas, como hace la web de Skyscanner o el propio buscador de Google Viaje

La ciudad eterna 

Roma es una ciudad que supura historia, desde el Foro Romano, el Coliseo, el Panteón de Agripa o el Castillo Sant'Angelo hasta la Plaza de España, la Fontana di Trevi y la Basílica de san Pedro en el Vaticano. Son lugares más que emblemáticos que conoces incluso sin haber ido y que merecen un hueco en el itinerario. 

Los amantes del arte y los fanáticos de la historia estarán al borde de sufrir un síndrome de Stendhal en las calles y los rincones que esconde Roma, porque más allá de las atracciones turísticas se esconde un lugar más que increíble. 

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