En ocasiones, el silencio es la mayor declaración de belleza. Hay lugares que no necesitan hacer ruido para cautivar, rincones que se mantienen al margen del turismo masivo y de los focos, pero que resisten con una identidad intacta, casi secreta. Así es un pueblo del norte de Tenerife, donde el tiempo parece avanzar más despacio, entre caminos de piedra, huertas y acantilados.
A orillas del Parque Rural de Teno y con el Atlántico como telón de fondo, este municipio ha sido señalado como uno de los más infravalorados de España. Y, sin embargo, lo tiene todo para enamorar a quien se atreve a mirarlo con calma.
Patrimonio con raíces hondas
Situado en el noroeste de Tenerife, el pueblo de Los Silos debe su nombre a los antiguos depósitos de grano que comenzaron a construirse en el siglo XVI, cuando la zona prosperaba gracias al cultivo de cereales. Hoy, ese pasado agrícola se refleja en su casco histórico, uno de los mejor conservados de la isla, con calles empedradas, balcones de madera y edificaciones tradicionales que conservan la esencia del urbanismo canario.
Destacan monumentos como el Convento de San Sebastián, la iglesia de Nuestra Señora de la Luz o el edificio neocanario del Ayuntamiento, todos ellos rodeando una plaza central que invita al paseo sin prisas.
Tradición y entorno rural
En Los Silos todavía sobreviven elementos arquitectónicos con siglos de historia, como los lavaderos públicos, donde se conservan losas de piedra y canales de agua que hablan de una vida cotidiana hoy casi olvidada. Pero más allá de la arquitectura, es el paisaje agrícola el que domina: huertas se reparten por todo el municipio, en una estampa que combina trabajo, legado y belleza.
La conexión con la naturaleza es aún más evidente gracias a los senderos señalizados que parten desde el propio casco urbano y se adentran en la laurisilva atlántica, como el PR‑TF 53 hacia Cuevas Negras o el PR‑TF 54 al Monte del Agua.
Senderos con historia
Recorrer estos caminos es más que hacer una ruta: es atravesar bosques de niebla, veredas empedradas y antiguos pasos que unían casas y cultivos. El Parque Rural de Teno ofrece aquí su cara más escarpada y verde, una joya de biodiversidad donde crecen especies endémicas y el silencio del monte acompaña cada paso.
Para los amantes de la montaña, Los Silos es un punto de partida privilegiado, lejos del bullicio, pero con todo lo esencial al alcance.
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Cultura que perdura
Pese a su pequeño tamaño, Los Silos ha sabido mantener una vida cultural intensa. Durante años ha sido sede del Festival Internacional del Cuento, que convierte cada diciembre su casco antiguo en un escenario de narración oral con artistas y espectadores llegados de toda Canarias. También destaca el Festival Boreal, que celebrará su 18.ª edición los días 19 y 20 de septiembre de 2025, con actuaciones de artistas como Israel Fernández, Califato ¾ o La Niña, en un formato que combina espacios urbanos y naturales.
A todo esto se suman celebraciones tradicionales como San Antonio Abad o la Semana Santa silense, que involucran a buena parte del vecindario.
Comunidad y sabor local
El carácter participativo del municipio se refleja en iniciativas como la gestión de su biblioteca pública, una de las más activas del norte de Tenerife, o en la promoción de la economía local. En sus calles aún se pueden encontrar panes artesanos, quesos de cabra y vinos del valle, productos que conservan el sabor de lo hecho a mano y a fuego lento.
Más allá del turismo, Los Silos es un ejemplo de cómo un pueblo puede defender su identidad sin renunciar al futuro.
Costas sin urbanizar
El litoral del municipio ofrece una cara menos conocida de Tenerife: piscinas naturales como las de La Caleta de Interián o el Charco de los Chochos permiten bañarse frente a los acantilados del Teno, en uno de los pocos tramos costeros sin urbanizar de la isla.
Aquí, el mar golpea fuerte y libre, y quien se adentra en sus aguas lo hace no para posar, sino para sentir.
