Para la mayoría, es solo un lugar de paso, una rotonda en una de las arterias principales de Tenerife que probablemente nunca haya llamado la atención. Sin embargo, este rincón tiene un significado profundo, especialmente para una comunidad que ve en él un monumento a la memoria de su historia compartida.
Para aquellos que lo conocen, es un lugar lleno de sentimiento y cultura que conecta dos mundos: el de los marineros coreanos que alguna vez surcaron los mares y el de Tenerife, que fue testigo de su paso. Un símbolo que, a pesar de pasar desapercibido para muchos, guarda en sus columnas y su inscripción un legado importante.
El Monumento Coreano en Tenerife
Ubicado en la salida de la Dársena Pesquera, justo antes de llegar a la Plaza del Coreano, este monumento fue erigido en 1999 gracias al esfuerzo de la comunidad coreana en Tenerife, con el apoyo de la Autoridad Portuaria y el Consulado de Corea.
La Plaza del Coreano alberga dos columnas y un panel central con caracteres asiáticos que inscriben un mensaje: "Monumento Coreano al Marino". Este gesto, aparentemente simple, se ha convertido en un lugar de recordatorio y homenaje para aquellos marineros que en décadas pasadas encontraron en Tenerife un punto de reabastecimiento y descanso en su arduo trabajo en el mar.
La historia detrás del monumento
Durante los años 70, 80 y 90, los pesqueros coreanos realizaban escalas regulares en el Atlántico y hacían de Tenerife uno de sus destinos para reabastecerse y reparar sus barcos en los astilleros locales.
En aquel entonces, Corea del Sur era un país emergente con una economía que aún luchaba por mejorar, y el trabajo de estos marineros representaba una de las principales formas de subsistencia para muchas familias. Cinco o seis meses de trabajo en el mar, lejos de sus seres queridos, y un salario que enviaban a sus familias en un esfuerzo por mejorar sus condiciones de vida.
Aunque la pesca ya no tiene la misma relevancia económica en la isla, este monumento sigue siendo un símbolo de esas épocas pasadas.
De la pesca a la transformación
A medida que Corea del Sur se transformaba en una de las economías más poderosas del mundo, la actividad pesquera en Tenerife también fue disminuyendo. Sin embargo, el legado de esos años sigue presente en el monumento coreano que se alza en Tenerife, un recordatorio de cómo las relaciones internacionales y el comercio pesquero cambiaron el paisaje económico y cultural de la isla.
Aunque la pesca ya no domina como antes, el vínculo entre las dos culturas sigue siendo palpable en el corazón de Tenerife.
Un lugar con significado cultural
Para los miembros de la comunidad coreana en Tenerife, este pequeño monumento es mucho más que una simple estructura. Cada año, durante los meses de febrero y septiembre, se renuevan las ofrendas florales en memoria de los marineros caídos y para honrar la conexión entre ambos mundos.
Este acto de recordatorio mantiene viva la historia de los marineros y la relación histórica que existió entre Corea del Sur y la isla. Además, el lugar es un punto de encuentro para quienes recuerdan esos días y se sienten conectados con los sacrificios que hicieron sus antepasados.
Un legado oculto para muchos
Aunque este monumento coreano y su historia siguen siendo desconocidos para muchos, quienes lo conocen lo valoran como un testimonio de una parte fundamental de la historia de Tenerife. Un legado de amistad, sacrificio y trabajo duro que sigue presente en la memoria de aquellos que vivieron estos momentos y en el corazón de una comunidad que nunca olvida sus raíces.
La Plaza del Coreano es, así, un punto de reflexión sobre las conexiones invisibles entre las culturas y cómo Tenerife, a través de su puerto, ha sido testigo de innumerables historias y viajes a lo largo de los años.