En el corazón del Parque Rural de Anaga, uno de los parajes más verdes y húmedos de Tenerife, se esconde un sendero que parece sacado de un mundo de fantasía. Muy cerca del mirador del Pico del Inglés, los muros cubiertos de musgo y la bóveda natural formada por ramas de la laurisilva regalan al visitante la impresión de haber cruzado a un universo paralelo.
Quienes recorren este tramo, conocido popularmente como el túnel de las Hadas, hablan de sensaciones difíciles de describir: humedad constante, silencio roto apenas por el viento y la niebla, y una atmósfera tan densa que recuerda a escenarios de películas como El Señor de los Anillos o Harry Potter.
Un camino mágico
El túnel de las Hadas es, en realidad, una antigua carretera horadada en la montaña, pero el paso del tiempo y la acción de la naturaleza han hecho de él un escenario único. La humedad permanente alimenta el musgo que cubre las paredes, mientras las ramas de la laurisilva se entrelazan en lo alto para formar una cúpula vegetal.
Este pasadizo natural, con su aire misterioso, parece diseñado para sorprender. La niebla, frecuente en la zona por la acción de los alisios, añade dramatismo a cada paso, generando esa sensación de cuento que atrae a viajeros y fotógrafos de todo el mundo.
Parte de un entorno único
El pasadizo forma parte del Parque Rural de Anaga, declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO en 2015. Este macizo montañoso combina barrancos profundos, caseríos tradicionales y uno de los bosques de laurisilva más importantes de Canarias.
El contraste es constante: en pocos minutos se pasa de la penumbra del túnel al espectáculo de panorámicas abiertas desde el mirador del Pico del Inglés, que en días despejados permite divisar los Roques de Anaga, la capital tinerfeña, el Teide y, con suerte, hasta otras islas.

Conservación y encanto
Hoy en día el acceso al túnel está limitado a peatones, lo que contribuye a preservar su atmósfera selvática. El hecho de que ya no circulen vehículos mantiene intacta la sensación de estar en un lugar detenido en el tiempo.
Este pequeño tramo concentra la esencia de Anaga: roca tallada, vegetación exuberante, humedad constante y la magia de una geografía moldeada durante millones de años. Es un rincón que resume, en apenas unos metros, la fuerza de la naturaleza en su estado más puro.
Un imprescindible en Anaga
No solo es un punto de interés paisajístico, sino también una experiencia sensorial: caminar bajo la bóveda verde, sentir la humedad del musgo y dejarse envolver por la niebla que entra y sale entre las ramas.
Tras recorrer el túnel, la visita se completa con las vistas desde el Pico del Inglés, uno de los miradores más espectaculares del archipiélago. La combinación de ambos lugares convierte esta excursión en una de las más recomendadas para los amantes de la naturaleza y la fotografía.