El barítono Fernando Campero afronta uno de los mayores desafíos de su carrera al encarnar a Juan Negrín, figura clave de la historia española, en la ópera contemporánea Negrín, la ópera, bajo la composición y dirección musical de Gonzalo Díaz Yerro.
En conversación con Atlántico Hoy, Campero reflexiona sobre la preparación del papel, la vigencia del personaje y la necesidad de abrir espacios para la ópera contemporánea.
Las aristas de Negrín
[Pregunta] ¿Cómo te preparaste para interpretar a un personaje tan complejo como Juan Negrín, con todas sus aristas desde lo más personal a su labor como político y médico?
[Respuesta] Este es un personaje con muchísimos matices, especialmente políticos, y algunos aún hoy no están del todo claros. Cada uno puede tener su visión, pero si acudimos a la historia, por ejemplo a través de la Fundación Juan Negrín, vemos que fue un hombre tremendamente maltratado e injustamente tratado con una mente privilegiada. Estaba muy formado; ya quisieran muchos políticos actuales tener su nivel de preparación. Fue alguien a quien le tocó nacer en una época equivocada. Hoy habría sido increíble.
Para prepararlo acudí a toda la información disponible —la Fundación, documentales, textos— y también a las anécdotas que nos contaba Gonzalo a partir de los recuerdos de su nieta, Carmen Negrín, que convivió con él en París sus últimos ocho años.
La música también ayuda mucho, marca los estados de ánimo, deja muy claro los momentos personales por los que él pasa, su estado anímico, las entradas y salidas de este sueño, esta nebulosa mental. Pasa de la realidad al sueño, al recuerdo, a esa forma de contarle a los nietos lo que vivió, sin ánimo político, ni vengativo, ni de reivindicación.

Un viaje emocional
¿Qué descubriste personalmente de Negrín que te sorprendiera durante este proceso?
Lo primero que comprobé es que una dictadura de cuarenta años puede hacer muy bien su trabajo. Cuando alguien se empeña en borrar una figura como la suya, al final lo consigue. Y hablamos del único presidente canario de la historia de España. A nivel personal me sorprendió su serenidad. Era un hombre introspectivo, calmado, poco dado a expresar emociones. Esa parte íntima me interesaba mucho, porque la política siempre acaba eclipsando al ser humano. Yo he intentado mostrar cómo era él, cómo se relacionaba con sus nietos, con su entorno. Obviamente es teatro y hay dramatización, pero quería mantener su esencia.
¿Se percibe en escena esa dualidad entre el hombre político y el abuelo?
Sí, completamente. Hay momentos musicales que marcan esa transición. Cuando los nietos lo tocan y lo devuelven a la realidad, él cambia. Pasa constantemente del recuerdo al presente, de la lucidez a la ensoñación. Es un personaje tan rico que daría para hacer una serie de varias temporadas.
¿Qué emociones atraviesa Negrín a lo largo de la ópera?
Comienza como un hombre sereno, que revisita sus recuerdos más felices. Pero poco a poco aparecen la injusticia, la desesperación y la frustración por ver cómo se le escapa el país de las manos. Fue alguien que intentó ayudar, reconstruir, pero le tocó un tiempo en el que llegó tarde, sin aliados ni apoyo. Su viaje emocional pasa de la calma a la oscuridad, de la esperanza a la soledad más profunda.
Ópera contemporánea
En la presentación, el equipo insistía en que la obra no debía ser una “clase de historia”, sino un relato vivo. ¿Qué papel crees que juega la ópera contemporánea en esto?
Es cierto que muchos asocian la ópera a Mozart o Verdi, y cuesta abrirse a lo contemporáneo. Pero cuando uno va sin prejuicios, descubre mundos nuevos. Es como ir al cine: puedes ver una superproducción de Marvel o entrar en una película alternativa y salir sorprendido pensando “lo que me habría perdido si no la veía”.
La ópera moderna tiene otros lenguajes, armonías y texturas. Exige más del cantante, y eso la hace muy interesante. Además, si solo cantáramos lo clásico, los compositores de hoy no tendrían futuro. Hay que apoyar la creación actual, porque de lo contrario la ópera se quedaría anclada en el pasado.
¿Qué crees que se llevará el público al salir de ‘Negrín, la ópera’?
Dos cosas. Primero, conocer mejor a un gran canario desconocido, un hombre brillante que hablaba más de diez idiomas, tenía dos carreras y revolucionó la medicina española, rodeado de una élite intelectual que marcó una generación. Y segundo, la oportunidad de descubrir que la ópera contemporánea puede emocionar tanto como cualquier otra. Negrín fue, en su tiempo, una piedra lanzada al agua: sus ideas, su legado y su forma de entender la ciencia y la política siguen generando ondas hoy.

