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El flamenco de un corazón chicharrero

Genaro Arteaga soñó una vez con vivir del flamenco; hoy en día es toda una institución de este arte en Tenerife

Erick Canino

Entre todos los tipos de baile posible, Genero Arteaga se enamoró del flamenco. Según él cuenta, ha bailado desde pequeño. Su ímpetu por el movimiento le llevó a formar parte, entre otros acercamientos al baile, del mundo de las comparsas, pero todo dio un giro determinante cuando hace más de treinta años asistió a un espectáculo del ballet de Carmen Mota en la discoteca central del Lago Martiánez del Puerto de la Cruz. “Entonces pensé: '¡Cómo me gustaría bailar así!'”. Antes, también bailaba jazz, contemporáneo, salsa…

Y todo cuando en Tenerife casi no se sabía lo que era y lo que en realidad significa el arte del flamenco. “Además, con nuestra realidad isleña de entonces e incluso de ahora; es una maravilla vivir en Canarias, pero para muchas de las artes, si uno se quiere profesionalizar, muchas veces es casi una obligación salir fuera”, comenta el propio Arteaga.  

Uno de los pasos importantes de Genaro Arteaga, de 56 años de edad, en su camino hacia la profesionalización en el baile lo dio en Santa Cruz, gracias a un asociación cultural donde por aquel entonces se impartían clases de todos los bailes regionales típicos de España. “Puedo decir que ahí fueron mi inicios. Entonces, en medio de todas aquellas posibilidades, me confirmé a mí mismo que lo que me gustaba era el flamenco”.

"Mucha gente me pregunta de qué parte de Andalucía soy. Quizás cueste un poco entender que alguien de Santa Cruz pueda sentir y bailar el flamenco de esta manera”.

De aquello han pasado ya más de 30 años y en el camino fundó su propia escuela de baile en Santa Cruz de Tenerife, en la calle Santa Rosa de Lima, nº14, donde sólo se puede practicar el flamenco. Hoy en día, Genaro Arteaga es toda una institución de este arte en Canarias. En ocasiones, luchando contra estereotipos: “Mucha gente me pregunta de qué parte de Andalucía soy. Quizás cueste un poco entender que alguien de Santa Cruz pueda sentir y bailar el flamenco de esta manera”.

Genaro Arteaga poco a poco fue reforzando su formación. “Se me presentó la tesitura de qué quería hacer con mi vida;  en realidad me quería dedicar a algo de lo que no tenía ninguna referencia en Tenerife, como es el flamenco, todo lo que quisiera saber lo tenía que ir a buscar fuera”. En este momento, destaca Arteaga, contó con el apoyo decidido de sus padres.

Su primer paso en lo que hoy es su reconocida Escuela fue acondicionar un espacio en un garaje con cuatro espejos para dar sus primeras clases.  Por aquel entonces también tomó la decisión de ir a Madrid, a la Escuela Amor de Dios, para comenzar a formarse de una manera más profesional. “Al principio recibí algunas críticas, porque la gente quizás no entendía que yo me dedicara al flamenco antes de dedicarme a las folías, por poner un ejemplo. Pero yo siempre fui positivo”.

Después de su experiencia en la capital de España, llegó el paso natural de querer conocer el arte flamenco que se desarrollaba en Andalucía. “En Madrid pude conocer la técnica del baile, pero también quería vivir de cerca esa otra forma de bailar, con más ímpetu, que se da en el sur de España”. Entonces comenzó a asistir y a estudiar en los principales festivales, “y allí ya empecé a compartir experiencias con los mejores bailadores, como Sara Baras, Joaquín Cortés... Hoy en día guardo relación con alguno de ellos, como Antonio Canales, con el que guardo una gran amistad”.

Todo aquel esfuerzo inicial encuentra ahora reflejo en una escuela de flamenco consolidada y reconocida, por la que cada semana pasan decenas de alumnos y que con el paso del tiempo se ha convertido en la principal puerta de entrada de este arte en Canarias: “Hoy en día no es tan raro escuchar hablar de flamenco en Tenerife. La escuela funciona y surgen nuevas experiencias y oportunidades”.

Viaje a Georgia
Entre esas nuevas vías irrumpen sus salidas al extranjero para participar en festivales y dar clases. El año pasado estuvo en Georgia, en el límite entre Europa Oriental y Asia Occidental, también tiene recuerdos recientes en Turquía y en próximos días volverá a Georgia para repetir una experiencia que el verano pasado ya fue todo un éxito. “El año pasado fui sólo, tenía contactos allí que fueron los que me invitaron y me abrieron las puertas para esa experiencia. Fueron unos días intensos, acabé dando clases a más de 100 personas y regresé con un gran recuerdo”.


Tal fue la experiencia que este año repite. “Aquello fue un boom. No me esperaba para nada que fuera  a tener esa repercusión y eso que no se hizo ni de lejos la promoción que se está haciendo para el viaje de este año”.

A mitad del presente mes de julio inicia una nueva experiencia en Georgia de algo más de una semana. “Casi según llegue, el día 14, estoy invitado a participar en un festival de baile de la capital. Hay mucha actividad programada y en esta ocasión sí le han hecho una promoción potente. Habrá muestra de baile, masterclass…”. Otra experiencia más para un sueño que comenzó hace más de 30 años, casi de puntillas, y que a base de mucho zapatear se ha constatado como una realidad robusta y exitosa. Decir Genaro Arteaga en Tenerife es decir flamenco.