La galería de los antepasados

La novela de la que hablo la escribe Andrea Cabrera Kñallinsky

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La galería de los antepasados la publica Machado Libros. / ATLÁNTICO HOY
La galería de los antepasados la publica Machado Libros. / ATLÁNTICO HOY

Hay novelas que viajan en cada una de sus páginas y que luego siguen viajando, cada vez más lejos, cuando las hacemos nuestras. Todo está inventado y todo está por inventar. Nosotros somos un oxímoron desde que nacemos, vivos y muertos al mismo tiempo, soñadores y pragmáticos en cada paso, y esa bendita contradicción le sirve al vocabulario para seguir inventando nuevos argumentos que nos pongan delante de nuestro propio espejo durante un rato. Estos días he disfrutado enormemente con una novela titulada La galería de los antepasados. Les invito a que la busquen y la lean. Viajarán lejos y descubrirán que el tiempo no es más que una entelequia que inventamos los humanos. En literatura, el tiempo termina siendo muchas veces la añagaza para que Eros y Tánatos sigan con ese juego que no sabemos dónde termina, pero que nos define en casi todos nuestros trazos. 

La novela de la que hablo la escribe Andrea Cabrera Kñallinsky. La sitúa en Santona, que puede ser Gáldar, San Lorenzo, Los Llanos de Aridane o La Orotava. Huele a plataneras y a lo que luego llamaron realismo mágico, y digo luego porque esas historias en donde se cruzan lo cercano y lo imposible se gestaron en la oralidad de muchos pueblos y muchas cuevas mucho antes de que se escribieran. Andrea recorre buena parte del siglo XX con la naturalidad de quien mira un atlas o va pasando las fotografías de un álbum familiar. Construye personajes creíbles y reconocibles por sus actos, sus palabras y sus andanzas, juega con el tiempo como quiere, hacia atrás o hacia delante según le venga bien a la historia, y logra esa música, esa tonada de la que hablaba Ribeyro, desde que uno se adentra en la primera página. Coincidí con Andrea en la Universidad Complutense de Madrid. Es periodista, pero en un momento del camino buscó a la escritora que le había llevado al periodismo, a la niña que quería contar historias y contar su familia como quien cuenta el mundo, sin tipismos ni folclorismos, y con esa naturalidad de lo cercano que se vuelve universal desde que alguien se adentra en el corazón y en la mente de otro ser humano. 

Esperé a tener unos días libres para leer esta novela. Hace unas semanas leí sus primeras páginas y preferí parar hasta encontrar ese sosiego, delante del mar, que evite distracciones que no tengan que ver con el libro o con lo que uno va escribiendo del libro en sus propias vivencias. Esta novela la publica Machado Libros en Madrid, una editorial con un catálogo reconocible por su calidad y su trayectoria, y eso es algo que a uno le alegra todavía más porque este estreno de Andrea llegará a mucha gente y se irá abriendo camino por el valor de la propia obra, por su calidad literaria y por esos momentos que regalan las historias que nos terminan importando. Detrás de una novela como esta sólo puede haber muchas horas de escritura previa, de otras novelas que no salieron o se guardan para más adelante, mucha mirada de frente a la vida y, sobre todo, muchas lecturas, mucha literatura de la que luego nos enseña a seguir escribiendo. Ya está escrita y felizmente publicada. Creo que Andrea puede sonreír satisfecha por su esfuerzo y su paciencia. Lean La galería de los antepasados. No se pierdan esa fiesta. 

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