Judith Pezoa, la soprano canaria que ha sido la ‘Reina de la Noche’ en Roma

Comenzó a educar su voz a los 13 años y ha llegado a cantar en algunos de los mejores teatros de Europa

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La soprano Judith Pezoa / CEDIDA
La soprano Judith Pezoa / CEDIDA

“Mi objetivo es transmitir el alma y el significado detrás de cada nota y palabra, buscando conectar con el público de una manera poderosa y conmovedora”. Judith Pezoa es de esas personas que con el entusiasmo y la energía que ponen en su trabajo dejan claro que les apasiona. Que no tienen ni un atisbo de duda sobre que han elegido bien su camino. La soprano, natural de Las Palmas de Gran Canaria, ha dedicado su vida a la música desde los siete años y el éxito que ha alcanzado es indiscutible.

Pezoa comenzó a tocar el piano desde muy pequeña en una sede del Conservatorio que había en Maspalomas, donde vivió parte de su infancia y adolescencia. Cuando cumplió los 13 años, su madre le planteó educar la voz porque su padre también era músico. Ella aceptó la propuesta y no tardó en presentarse a las pruebas para estudiar en el Conservatorio de la capital.

Sus inicios

La decisión que acababa de tomar cambiaría el rumbo de su vida, aunque aún no lo sabía. “Yo era una niña, a los 13 años todavía tenemos una voz blanca”, cuenta la cantante de lírica. El examen para ver si era apta para entrar se lo hizo la conocida Pepita Suárez Verona, quien falleció el pasado mes de abril. Pezoa es una de las grandes voces que han pasado por sus clases como tantas otras artistas del Archipiélago.

Me llamaron para decirme que estaba aceptada y que empezaba a estudiar canto”, recuerda la soprano. En ese momento tendría que empezar a compaginar los estudios de secundaria con el piano y el canto, algo que “se hacía bastante duro”.

La soprano Judith Pezoa / CEDIDA
La soprano Judith Pezoa / CEDIDA

"Tocaba el piano durante ocho horas"

Desde que se despertaba hasta que salía del instituto su rutina era como la de cualquier chica de su edad. Pero al salir de clase le esperaban horas intensas de ensayo: “Mi madre me recogía, comía en el coche, llegaba a Las Palmas y las clases las tenía de 15:00 a 21:00”. Admite que era difícil, pero intentaba organizarse, porque “cuando te apasiona lo haces de la mejor forma”. “Aunque seas una niña a mí me gustaba mucho el piano y leer las partituras. Eso me volvía loca”, exclama.

Tocaba el piano durante ocho horas y la tarde la dedicaba al canto. Sobre todo los últimos años que es cuando las óperas son mucho más difíciles, requieren más técnica y muchísimas más horas de estudio”, declara.

La soprano Judith Pezoa / CEDIDA
La soprano Judith Pezoa / CEDIDA

¿Dónde ha actuado?

Todo ese esfuerzo ha dado sus frutos para Pezoa y le ha permitido interpretar varios papeles en óperas de muchos países europeos. “He estado por casi toda la geografía española, Italia, Francia, Mónaco, Viena, Alemania…”, narra la cantante. Uno de los personajes que ha tenido la oportunidad de encarnar es el de la Reina de la Noche (La Flauta Mágica). Para ella es el más complicado “tanto en lo técnico como en la interpretación”.

Pezoa ha podido ser la Reina de la Noche en Roma, Trieste, Varese, Tenerife y Madrid. Relata que en alguna ocasión, cuando debía llevarlo a cabo, de camino a Italia se ha puesto afónica. “La verdad es que son momentos muy delicados y cuando estás sola es peor”, reconoce.

La soprano Judith Pezoa / CEDIDA
La soprano Judith Pezoa / CEDIDA

La soledad

La soprano considera que lo peor en la vida de una cantante es la soledad. “Es verdad que conoces mundo, pero cuando terminas los ensayos estás sola y te vas al hotel”, resalta. “Te enriquece como músico y como persona, pero la soledad se hace dura al estar entre cuatro paredes”, incide.

Su primer contacto con Italia fue cuando la escuchó en Gran Canaria un tenor de aquel país. “Me dijo que por qué no me iba a hacer unas clases magistrales que daría Luciana Serra, una señora que ha cantado en los mejores teatros del mundo”, expone. “Tenía un repertorio increíble y era el mismo que yo llevaba. Fue un descubrimiento único para mí. Yo no me creía estar viviendo eso”, confiesa.

La soprano Judith Pezoa / CEDIDA
La soprano Judith Pezoa / CEDIDA

"¿Qué hago yo aquí?"

Italia le ha dado grandes vivencias. Un día se enteró de que en Milán había unas audiciones para las óperas de Rigoletto, La Traviata y La Boheme. Al llegar allí vio que la lista de aspirantes era de 1.500 personas y se preguntó: “¿Qué hago yo aquí?”. “A las dos semanas me dan la noticia de que había sido seleccionada para debutar con el Rigoletto”, rememora.

Salté como una loca, me hizo una ilusión tan grande que fue una experiencia única. Fue increíble el recibimiento del público italiano. Eso fue en 2010 en el Castello Sforzesco de Milán”, expone.

Cantando bajo la lluvia

Ese castillo italiano al aire libre le brindó una anécdota durante una actuación hace 13 años que recuerda con mucho cariño: “Hacía buen tiempo pero se empezaron a escuchar truenos y justo en el área donde estaba cantando empezó a llover. Se me movía el vestido, el pelo... La orquesta y el director no se fueron. Cuando terminé el último sobreagudo todo el mundo fue corriendo a refugiarse bajo techo”, dice impresionada como si le hubiera sucedido hace poco.

A Pezoa, a lo largo de su trayectoria, le ha resultado complicado establecerse en un sitio, dado que “te tienes que abrir un poco de horizonte, en nuestra carrera hay muchos cambios y se debe estar en continuo movimiento”. “Tienes muchos referentes y profesores que te pueden aportar cosas”, agrega.

Consejo a los jóvenes

Cuando estaba en el Conservatorio Superior de Música de Canarias le entró “el gusanillo” de pensar que se le estaba quedando corto y necesitaba “ampliar fronteras”. “Entre 2013 y 2016 me voy a hacer ópera y Zarzuela en Madrid”, cuenta. Volvió a la capital de España en 2019 porque había hecho unas oposiciones a catedrática en la Escuela Superior de Canto de la ciudad, lugar donde se ha quedado hasta la actualidad como profesora. 

¿Qué consejo les daría a los jóvenes? “Tener mucha paciencia, somos muchos y la formación cada vez es más exigente. También saber muchos idiomas”. Resalta que en las Islas hay bastante cantera para el canto lírico y hace una reflexión sobre algo que ha observado a lo largo de los años: “Cuando he salido fuera me he dado cuenta de que hay algo que tenemos los canarios en la voz que cautiva”.

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