Melania y Luis Socorro

He disfrutado mucho estos días leyendo al novelista Luis Socorro como disfruto siempre que leo sus reportajes

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 Detalle de la portada de El crimen de Melania, la novela de Luis Socorro publicada por Mercurio Editorial
Detalle de la portada de El crimen de Melania, la novela de Luis Socorro publicada por Mercurio Editorial

Hace casi veinte años, cuando publiqué mi primera novela, Luis Socorro me entrevistó para Antena 3 Televisión. Hablamos de literatura, de periodismo y de la vida que se va escribiendo al mismo tiempo que nosotros tratamos de detenerla con las palabras. Luis venía del periodismo escrito y durante años había sido un referente en la escritura de reportajes y en la contextualización diaria de una realidad que entonces no contaba con tantos altavoces  y tantas plataformas para expandirse de un lado a otro del planeta. En aquella entrevista, Luis me dijo que estaba empezando a escribir una novela. Había seguido el juicio del llamado Crimen del contenedor y había ido pergeñando un argumento que, partiendo de lo real, contara una ficción que quizás ayudara a desentrañar mejor toda aquella barbarie tan cercana protagonizada por personas que se movían por nuestras calles.

Aquella novela quedó en el inicio; pero Luis no dejó de escribir diariamente, ni tampoco dejó de asomarse a la realidad cotidiana que tanto nos asombra en su grandeza y en su miseria. Un buen reportero es un buen escritor al que lo único que lo separa de la novela o el cuento es la verdad, la imposibilidad de contar lo que no haya sucedido realmente. Pasaron los años y un día nos encerraron a todos por la aparición de un virus que nos cambió la existencia más de lo que nos hemos dado cuenta. Aquel freno al trajín periodístico, renovó al escritor Luis Socorro y le impulsó a contar la novela que presenta estos días. Se titula El crimen de Melania y la publica Mercurio Editorial. Luis sabe contar, ordenar los acontecimientos, en este caso desde la creatividad y desde la intuición, creando personajes que no existían hasta que él los empezó a ver detrás de las palabras. El suceso es más o menos el mismo que conocemos; pero todo lo demás lo crea alguien desde la nada y desde un lenguaje visual que nos va poniendo delante un mundo nuevo que nos ayuda a entender un poco mejor el mundo que creemos que vamos entendiendo en los telediarios.

La obra de Luis Socorro es viajera y está llena de referencias musicales, y encima ha tenido la inmensa suerte de contar con la edición de alguien que conoce como pocos la escritura de una novela y que aporta, y sé bien de lo que hablo, consejos que siempre ayudan  a mejorar lo que se escribe desde el silencio y la constancia. Hablo de Victoriano Santana Sanjurjo. El libro también tiene muchos guiños a conocidos personajes y pasea por las calles de Las Palmas de Gran Canaria, Madrid o Nuakchot con la sapiencia de quien sabe que no se puede pasar de largo por ninguna parte si uno quiera entender algo de lo que tantas veces tratan de ocultarnos. La novela de hace casi veinte años se fue escribiendo en el subconsciente de Luis Socorro. Eso es lo que aprendimos con Paul Auster cuando nos recomendó  que no nos preocuparemos por el siguiente libro porque ya se está escribiendo desde hace tiempo en ese subconsciente que guarda todo lo que vemos, lo que sentimos y lo que luego se convierte en sueño o en obra literaria. 

He disfrutado mucho estos días leyendo al novelista Luis Socorro como disfruto siempre que leo sus reportajes. Hace menos de un año recogió en un libro sus acercamientos al origen de los antiguos canarios desde esa perspectiva del periodista que sabe buscar muchas fuentes y muchos referentes para acercar a los lectores un poco más de verdad y de clarividencia. En la novela que presenta hay guiños a gente que quiero y admiro, como el gran poeta Federico J. Silva, o el añorado y sabio amigo José Luis González Ruano. Y en la música uno viaja desde Richard Strauss a Teclados Fritos  o desde Génesis a Supertramp de la mano de una agente de policía llamada Melania que ya sé que seguirá investigando certeramente en otras novelas de Luis Socorro. En el salto del reporterismo a la literatura sólo se cambia de registro y de género. Luis cuenta de maravilla, sabe marcar los tiempos y da con la música necesaria para que todo ese conjuro de las palabras se termine convirtiendo en un nuevo mundo en el que seguir rastreándonos más allá de los puntos y aparte.


 

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