Si nos esmeramos en observar las estructuras de mercadillos podríamos sorprendernos de la proliferación de un modelo o formato que se ha consolidado en agrupaciones, asociaciones y colectivos que cuidan una forma de vivir y sentir la agricultura y la naturaleza.Canalizan, de esta forma, recursos comerciales con géneros locales –y localizables- y cierta materia prima “insólita” que no se va a poder hallar en otros formatos comerciales. Un referente como el mercadillo de Tacoronte dio paso en su día a un sentido de unión del sector primario, que prendió como y que intenta hacerse fuerte en enclaves “nómadas” de personalidad y vitalidad.Muchas mujeres y hombres del campo activaron las huertas de medianías con los frutales. Antes las ciruelas, por ejemplo, no se pagaban nada y los precios ahora permiten que se vuelva a cultivar; esto es muy positivo para el paisaje y para el tejido social de los pueblos en general.
El Palmar, en Buenavista del Norte; San Isidro, Granadilla; San Miguel; Santiago del Teide; La Matanza; Tacoronte; La Guancha, La Orotava o Icod de los Vinos… El de Tegueste puede considerarse modélico en un concepto peculiar de aglutinar los esfuerzos del sector primario de la comarca, así como por el volumen, desde hace años, de actividades específicas (show-coking, talleres, módulos de formación, etc.)