Casi dos milenios han pasado desde que Plinio El Viejo recogiera en su 'Historia Natural', con arreglo a las memorias del rey Juba de Mauritania, una de las primeras referencias escritas para designar a las islas que forman el Archipiélago canario que, en su descripción, estaría compuesto por las de Ombrios, Junonia Mayor, Junonia Menor, Capraria, Nivaria y Canaria. De momento tenemos solo seis. Con todo respeto, señor Plinio, aquí falta alguna isla. ¿Pero cuál? Y sobre todo, ¿a qué islas se refiere cada nombre?
Para empezar, Tenerife parece estar descrita como esa "Nivaria, nombrada así por estar casi siempre nebulosa, a causa de su continua nieve", en una muy probable referencia a El Teide. Como Plinio continúa la narración legada por el rey Juba asegurando que "a corta distancia se veía la isla de Canaria, llamada así por la multitud de perros de extraña grandeza", asumiremos que se trata de Gran Canaria.
Faltarían por asignar Ombrios, que "no tenía vestigios de edificios, sino un estanque en los montes y ciertos árboles a manera de férulas"; la isla Capraria "llena de unos lagartos grandes"; y, por último, Junonia, "que tenía una casilla de piedra e inmediata a esta había otra isla menor del mismo nombre".
Ombrios, ¿El Hierro o Alegranza?
Tradicionalmente se ha considerado que Ombrios -isla de la lluvia- era la denominación para la isla de El Hierro, probablemente por su identificación con la denominada Pluvalia, "isla que no tenía más agua que la llovediza" según la descripción de Estacio Seboso, otro de los autores citados por Plinio. Aunque este relato concuerde con la obtención de agua de lluvia por medio del célebre árbol Garoé, también existen reparos ante esta hipótesis por las incongruencias entre la vegetación descrita en los textos y la flora presente en El Hierro.
Por otra parte, Francisco García-Talavera defiende que Ombrios fue el nombre para designar islote de Alegranza, la primera tierra a la que arribaría una expedición en caso de partir desde Madeira y pasar por las Salvajes. El mencionado 'estanque en los montes' sería una charca conformada en el cono volcánico de la isla, como ocurre hoy día en algunas calderas de otros archipiélagos de la Macaronesia, como las Azores.
Asimismo, autores como Díaz Tejera incluso han postulado que Ombrios no sea más que una ínsula mítica, nacida de la rica tradición poética helénica, en un estudio donde establece paralelismos aparentemente inspirados en La Odisea de Homero.
Tres posibles Capraria y una inesperada Nivaria
Así como no existen certezas sobre Ombrios, tampoco las tenemos acerca de Capraria. Por supuesto que la primera candidata, por la abundancia de ganado caprino, es Fuerteventura. Pero la referencia a granes lagartos invita inmediatamente a pensar en El Hierro, si bien García-Talavera defiende que se debe a un error de traducción que confunde muchos lagartos con lagartos de gran tamaño.
De hecho, este autor sostiene que Capraria sería la denominación de Lanzarote mientras que Ninguaria (o Nivaria), tradicionalmente identificada con Tenerife, sería Fuerteventura. Para defender su hipótesis indica que desde Lanzarote, bajo ciertas condiciones climáticas, el avistamiento de la arena blanca de Jandía en contraste con las oscuras rocas basálticas se confundiría con nieve bajo. Todo ello en un horizonte despejado de obstáculos visuales, siglos antes de la erupción que originó las montañas del Fuego y gran parte de Timanfaya.
Junonia Mayor, Junonia Menor
Después de haber desafiado la intuición de aceptar que Ombrios es el El Hierro y Capraria es Fuerteventura, no hay lugar para conformarse con que La Palma es Junonia Mayor y, por tanto, La Gomera su hermana menor. Precisamente el consenso acerca que estas denominaciones supusieron un tributo a la diosa Juno, versión romana de la diosa griega Hera, plantea la posibilidad de que El Hierro fuera una de las Junonias.
Pero diversas fuentes también identifican a las islas más orientales bajo el nombre de Juniona, de manera que Lanzarote sería la Mayor y La Graciosa tomaría el nombre de Juniona Menor, en una hipótesis sustentada por la vecindad de las islas y la comprensible concepción de ambas como un conjunto.
Islas bautizadas por foráneos
Al contrario que las designaciones de sello aborigen, inequívocamente ligadas al territorio de referencia -Titerroygatra para Lanzarote; Maxorata o Erbania para Fuerteventura; Benahoare para La Palma o Achinech para Tenerife- las islas fueron conocidas con nombres distintos según la procedencia de los foráneos que arribaban a las costas canarias.
Así fue desde los tiempos de Plinio y de la misma manera continuó en los siglos siguientes cuando "las naciones de Europa pusieron a cada una de las Canarias nombre especial según su gusto o su capricho, sin consultar con los naturales ni sujetarse a los nombres que ellos las daban", tal y como aprecia Viera y Clavijo en su Historia de Canarias.
Ni los antiguos, ni los modernos
En esta misma insigne obra, Viera y Clavijo también advierte que "tratar de señalar el nombre decidido con que cada una de ellas -las islas- fue conocida en el tiempo de Plinio y de Ptolomeo, es aventurarse a errarlo todo" porque "ni los mismos antiguos entre sí, ni los modernos con los antiguos han podido ponerse de acuerdo sobre este punto".
De la misma manera que hay islas sin nombre, puede ser que haya nombres sin isla. O al menos, como hemos visto, sin una isla concreta, determinada, a la que referirse. Significantes con significado incierto. Quizá algún día los modernos descifren qué querían decir los antiguos. De momento tan solo sabemos que "Plinio tomó los seis nombres del rey de Mauritania, de quien los tomaron los otros escritores antiguos, y las llama en su relación Ombrios, Junonia Mayor, Junonia Menor, Capraria, Nivaria y Canaria".