El cinéfilo palmero que sabe más que el algoritmo de Netflix

Tres décadas al frente del videoclub Scorpio facultan a Agustín para recomendar películas que a menudo ni sus propios clientes creían que les gustarían

Guardar

Agustín posa frente al videoclub Scorpio, que regenta desde hace 30 años./ Fernando Pinazo.
Agustín posa frente al videoclub Scorpio, que regenta desde hace 30 años./ Fernando Pinazo.

Algunas noches elegir película es un suplicio. Ya la he visto, no me interesa, ¿de nuevo una comedia romántica? ¿otra vez una de gangsters? Da igual la plataforma que tengas contratada, sea Netflix, HBO, Amazon, Disney+ o cualquier otra porque, en algún momento, el pozo se seca. Y eso que el algoritmo estudia nuestras preferencias, escruta nuestras elecciones previas y nos ofrece el catálogo de recomendaciones que deberían complacernos basándose en la discutible premisa de que, si nos gustó ayer, también nos gustará mañana. Pero, pasado un tiempo, ya no tiene más que ofrecer. El espectador se pregunta cómo es posible que entre tantas películas y series ninguna le convenza. Y al final se resigna. Pon esa misma, cariño, que se nos hace tarde.

"Las plataformas te dan muchísimo", reconoce Agustín, dueño del emblemático videoclub Scorpio, "el problema es que hay veinte distintas y no puedes suscribirte a todas", matiza. Lleva 30 años siendo el guardián de miles de perlas cinematográficas, y algún que otro pedrusco, en su local de la calle Álvarez de Lugo. Para este palmero residente en Tenerife "es muy fácil acertar con una recomendación porque me gusta mucho el cine y tengo buen ojo por la experiencia; muchos no comparten mis gustos, pero yo sé lo que quieren mis clientes", asegura. Especialista en separar el grano de la paja, Agustín señala que "el asesoramiento, sobre todo del cine no comercial, es lo que más me agradecen". Además, siempre se mantiene vigilante porque "mucha gente no se da cuenta del cine que sale y hay películas que pasan desapercibidas, pero a mí sí me llega esa información". 

20230608 113733
Una cámara de cine antigua da la bienvenida a los clientes de Scorpio./ Fernando Pinazo.

Desmarcarse del cine 'rompecoches'

El cine puede vivirse como una experiencia cultural o como un entretenimiento, en función de la mirada del espectador. "Hay gente que venía por el cine comercial pero, cuando no está disponible la que quieren, les digo: mira, mejor llévate esta película". Luego vuelven encantados así que "me atrevo a seguir recomendando películas de cine alternativo y, al poco tiempo, se desmarcan del cine comercial". Una vez dado, ese paso ya no tiene vuelta atrás y, a partir de entonces, "requieren un cine que les atrape, que les sorprenda, que les marque".

Este camino desde el lado más comercial del cine hacia el más personal también lo recorrió Agustín pero, a día de hoy, admite que "ya las películas rompecoches no las veo, porque me aburrirían". Por su recorrido como cinéfilo y espectador privilegiado reivindica un cine "que no sea tan previsible como el comercial" si bien en su catálogo de 18.000 películas para alquiler y 5.000 para venta hay de todo. 

Tenerla para siempre

El negocio de Agustín sobrevivió a la competencia de la televisión, la crisis de internet y ahora también a la irrupción de las plataformas de cine y series, además de la recesión de 2008 y el COVID. Con el alquiler de películas en retroceso desde hace años, Agustín se ha decantado también por la venta. "Me cuesta mucho que me manden películas porque a las productoras les interesa más venderlas a las plataformas", comenta y anticipa que "en dos o tres años" ya no se enviarán más títulos para alquiler "pero la venta seguirá porque, como ocurre con los vinilos, la gente quiere poseer la película, y así tenerla para siempre".

Muchos clientes que acuden a Scorpio "vienen buscando títulos que saben que en otra parte no pueden encontrar porque están descatalogados". Entre su clientela destacan algunos cinéfilos exigentes, que poseen colecciones casi tan amplias como la del propio Agustín. "El otro día vino un comprador que tiene 12.000 películas en su casa y le pregunté dónde las guardaba porque, el día de mañana, yo no me puedo llevar 18.000 para mi casa, pero me quedaré con mi colección personal" planea.

20230608 113651
Agustín mantiene en orden 18.000 peliculas para alquiler y 5.000 para venta./ AH.

Cine clásico y mucho orden

Una de las razones que permite a Agustín ser "uno de los últimos reductos" para los amantes de las películas es el cine clásico y de autor. Precisamente son las películas de su infancia las que hoy le permiten seguir dedicándose a su pasión. "Mi primera experiencia con el cine fue cuando mi padre compró el televisor en blanco y negro, yo tendría unos 11 años. Recuerdo ver los ciclos de los clásicos: Cary Grant, Frank Sinatra, Gregory PeckJack Lemon; o ciclos de directores como Otto Preminger o Billy Wilder. Ahí empecé a amar el cine clásico", rememora.

Otro de los secretos de su negocio es el orden. Abre en horario de tarde pero durante las mañanas también esta en la tienda ordenando su inmensa colección para facilitar la elección a la clientela. "Aquí tengo los Oscars de cada año, allá las premiadas en Cannes, por este lado las de los Goya, más allá el cine canario, asiático o sudamericano, pero también las tengo ordenadas por director, país, año o en función de los actores que intervienen: Paul Newmann, Sofía Loren, Greta Garbo, Orson Welles..."

Matrix, Gladiator y Titanic

Tres películas muy conocidas son los títulos más solicitados a lo largo de estos años en el videoclub Scorpio: Matrix, Gladiator y Titanic. Es curioso que, en la era de las plataformas digitales, muchos espectadores corran el riesgo de vivir inmersos en Netflix, HBO o cualquier otra suscripción con el convencimiento de que, más o menos, eso es todo lo que el séptimo arte puede ofrecerles. Sería como si Neo hubiera tomado la pastilla azul, en lugar de la roja, y nunca hubiera abandonado Matrix.  

Mientras tanto los videoclubs que aún mantienen sus puertas abiertas sobreviven gracias a una clientela tan reducida como fiel "que me pide que no cierre porque les encanta venir". Y sobre todo por quienes los regentan y, contra todo pronóstico, resisten como gladiadores en un coliseo de estanterías repletas de historias que desean ser contadas. Antes o después el negocio del alquiler de películas se hundirá como el Titanic pero, al menos, en medio del naufragio la orquesta seguirá tocando aunque solo sea por amor al arte, como Agustín en su videoclub.

¡Corten!