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“Puedes tener mucho salero en la sala pero si no hay buena cocina…”

50 años de restauración en la capital tinerfeña desde que Antonio López viniera de su Cádiz natal a establecerse en la Isla. Ahí van algunas vivencias.

Fran Belín

El joven Aurelio –nombre que me parece de empaque- llegó desde la Tacita de Plata a estos lares canarios, donde descubrió “este auténtico premio que Dios me ha dado en mi vida”.  Puede hablar, el mismo Dios que cita me asista, de Los Paragüitas y sus cañas heladas y los berberechos con aliño –muy cerca desde donde conversamos-; de la Cafetería Orche; de la noche de Santa Cruz, el Samantha y el Cintra (la noche); de los guiños andaluces de pijotas, acedías y tortitas de camarones en El Figón. 

¡Del Figón! Del que yo escribiré ahora, pero es que son… tres Figones: calle San Martín, Calzadilla 6 y San Antonio 48,que ahí sigue vigente. Me habla de un Santa Cruz lo suficientemente lejano pero cercano; entrañable, en el que la gastronomía ha dado un vuelco de 180 grados. “Fran: yo me dediqué a la sala, pero te digo una cosa: por mucho que uno le dé gracia a los clientes, si la cocina no es buena no hay nada que hacer”. 

Lo dice un hombre que procuró ganarse la vida en tiempos en los que la restauración era cosa exigua: “las parejas paseaban a partir de las 6 de la tarde y a las 10 no había ni cristo en las calles, solo unos cuantos…”.

Aurelio toma del refresco de naranja, cuenta relatos y personajes –y personalidades a borbotones-. Escucho y me divierto y el habla de sus tiempos de la cafetería de la Escuela Náutica, donde se celebraban bodas, incluso la suya, la primera. “¡Qué fantástico cuándo nos íbamos a Aguagarcía a esa carne de cochino estupenda con papas y ensalada!”. Entonces había que salir de Santa Cruz hacía esos destinos gastronómicos.

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"Retrato" en La Alameda santacrucera | FB

Llegó desde su tierra natal, Cádiz, un 14 de septiembre de 1967. La memoria le da para mucho: Fiestas del Cristo de La Laguna y, al día siguiente precisamente el Tenerife jugaba contra el Cádiz. “¡Tres cero a favor de los locales y el primer gol fue de Cecilia!”. Es una enciclopedia de nombres de época y con los que estuvo ligado de algún u otro modo. Don Rafael y Don Juan, además de Manolo Paredes (Los Paragüitas); Oramas y Chelo… 

Nombres propios como El Duque, desde donde empezaron a degustarse en Santa Cruz las acedías, el pescaíto frito, las pijotas, las tortitas de camarones, el cazón adobado, el fino… de ahí a otros proyectos que llevaban la marca de Aurelio, incluso en el Sur: “Eso no duró mucho porque ahí había que hablar inglés y yo no sabía hablar inglés”.

Para él están claras algunas cosas que sacamos a colación: la cosa gastronómica ha cambiado para bien en Santa Cruz y en Los Cristianos se vive maravillosamente.  “He tenido la fortuna de tener 5 hijos, que son todos y cada uno el premio mayor de la Primitiva”. Insiste Aurelio que en la vida te vienen rachas mejores o peores con la economía personal, pero que en Tenerife él ha vivido maravillosamente y estará eternamente agradecido a la Isla y su gente, y sus amigos.