"La figura de Javier Pérez fue clave para que el proyecto se hiciera realidad"
“Por una parte tengo mucho que agradecer al que fuera presidente del Cabildo tinerfeño José Segura, el primer impulsor del estadio, quien confió en mis ideas y mi trabajo”, confesó Schwartz. Pero la figura de Javier Pérez (Presidente del CD Tenerife entre los años 1986 y 2002), fue de vital importancia: “Era una persona con un nivel de ambición que se salía de la norma, pero que sabía a la perfección lo que quería… Y al final lo consiguió, tanto fuera como dentro del terreno de juego”."Estudié e investigué mucho para proyectar el Heliodoro Rodríguez López"
Carlos Schwartz explicó que era la primera vez que proyectaba un estadio de fútbol, por lo que la labor de investigación fue primordial: “Leí multitud libros, me pasé mucho tiempo por el recinto e incluso, aproveché los viajes que hacía el CD Tenerife para visitar otros campos y tomar apuntes y medidas de los graderíos. En el Vicente Calderón en Madrid, por ejemplo”.Fue en el norte de la Península, concretamente en la ciudad de Bilbao, donde el arquitecto se dio cuenta de la importancia que tenía la localización de un estadio. San Mamés, el feudo del Athletic Club, y la charla que mantuvo con el presidente del equipo rojiblanco, le confirmaron que el recinto debía de estar integrado en el callejero de una ciudad: “Tenía claro que el estadio no podía cambiar de ubicación, principalmente para no perder el ambiente acogedor que daba ese solar donde el CD Tenerife jugaba desde el año 1922”.
"El antiguo estadio necesitaba una remodelación urgente"
Desde el punto de vista técnico, Carlos Schwartz partió del diseño original del viejo estadio. El arquitecto Juan Marrero Regalado proyectó la mayoría del recinto en la remodelación de 1950, salvo la grada de Tribuna: “La intención fue desde un primer momento construir un espacio continuo y simétrico con respecto a las gradas. Además, ese viejo Heliodoro Rodríguez López estaba muy deteriorado desde la última proyección de Juan Marrero Regalado"."El graderío de Herradura era de madera y contaba debajo con unos aseos deplorables. También, recuerdo que las localidades de Popular (llamado General de pie) realmente nunca existieron porque estaba formada por grandes bloques de cemento y en San Sebastián, se habían acometido pequeñas obras de forma improvisada que plantearon un auténtico caos arquitectónico”.