Este domingo, el conjunto que entrena Joseba Etxeberría se juega su último cartucho, su última bala, para llegar con opciones a disputar una de las cuatro plazas reservadas para el playoffs al término final de Liga. Lo hará en un territorio hostil, en Vallecas, donde van sobrados de batallas, donde han ganado alguna que otra guerra.
El Rayo de Míchel es un rayo que no cesa. Un equipo trabajador, solidario e incansable que en su máxima exponencial de juego, resultados y sensaciones, en plena estabilidad de recursos y números ofensivos y defensivos. Con un ataque voraz, del que se ocupan una dupla endiablada (Raúl de Tomás y Trejo), que funciona la potencia atlética, la velocidad y capacidad anotadora con la calidad, la precisión y la visión táctica.
El equipo madrileño es un conjunto de alternativas, pese a que su plantilla esté configurada para el sistema y método de juego que utilizan, así como su filosofía: la de ser protagonistas con el esférico, la capacidad de ataque, el juego por bandas y la velocidad en la parte ofensiva.
Bajo la alternancia del 4-3-3 y 4-4-2 se funden los conceptos tácticos que demanda Michel. El equipo madrileño caracterizado por su velocidad, verticalidad y profundidad en sus ataques, es camaleónico en sus partidos, pues los laterales tienen bastante recorrido, sobre todo Alex Moreno, y son parte de la zona media del sistema, pasando al 3-5-2, cerrando con tres teóricos centrales. Los hombres del costado llegan con bastante frecuencia al área rival para generar desajustes en la espalda de la defensa adversaria y para crear superioridades de dos contra uno.
El conjunto blanquiazul ya se impuso este año al Rayo en Copa | @LaLigaAdemás, los atacantes ayudan, permanecen muy abiertos y buscan el desmarque continuamente. Estos tiran del chicle hasta su límite. Ensanchan el rectángulo de juego lo máximo que pueden para que no solo jugadores como Santi Comesaña o Fran Beltrán ganen el sitio en el último tercio del verde y lean los desmarques de los hombres de ataque, sino, también, para que aparezcan espacios en la defensa rival, al no bascular eficazmente. En consecuencia, Embarba o Aguirre encuentran situaciones de uno para uno donde explotan sus cualidades técnicas y llegan, incluso, a determinar un partido. Hablamos de un equipo que sabe cómo y dónde hacer daño. Si bien no puede originarlo mediante la posesión del esférico en campo contrario, arma de doble filo, por cierto, se repliega y sale a la contra. Las transiciones defensa-ataque son vertiginosas, debido a que gozan de jugadores con una enorme competencia atlética.
No obstante, a expensas de que han mejorado su nivel defensivo en relación al curso pasado, no deja de ser cierto que sufren en demasía cuando no tienen el control del balón y se ven expuestos ante una presión alta. Al jugar con tantos hombres por delante del esférico, apuesta valiente, dificulta la reestructuración del sistema defensivo tras la pérdida del cuero, puesto que, en su mayoría de veces, no terminan de replegarse antes de que ataque el rival, ni sus centrales, que no destacan por su rapidez, llegan a frenar el ímpetu de jugadores de gran competencia en el desborde y la velocidad. Aunque, cuando logran estructurarse en defensa, suelen hacerlo en bloque, replegados en el carril central, evitando así espacios entre líneas.
Un Rayo Vallecano vs CD Tenerife es algo más que un simple partido, es una final; aunque para los visitantes no será la primera de esta temporada, pues, si no usan con efectividad el último tiro que les queda, si no logran sacar ese as de la manga, puede que sea la última que disputen.