¿Por qué ha aumentado el precio de la luz en España?

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Luz (contaminación lumínica) ./ unsplash
Luz (contaminación lumínica) ./ unsplash

Desde que el 1 de julio entrara en vigor la nueva tarifa eléctrica el precio de la luz en España ha alcanzado máximos históricos, hasta llegar a los 129,15 euros el megavatio por hora que se alcanzó el pasado 22 de agosto; el importe más alto al que ha llegado el precio del megavatio en España.Ante esta situación, las cifras no parecen presentar un descenso notable del precio ya que para este miércoles la tarifa de la luz en España será de 117,76 euros el megavatio hora, lo que supone casi triplicar los 39,49 euros/MWh que costaba la luz en el cuarto miércoles de agosto de 2020, según recogió ayer la Agencia Efe.

Un agosto de cifras récord

Los primeros 15 días de agosto supusieron un aumento considerable del precio de la luz. Según informó la asociación Facua-Consumidores en Acción, la primera quincena del mes implicó para el usuario una factura mensual de 91,62 euros, un 43,7 % por encima de los 63,77 euros que valía en agosto de 2020.Esto refleja que la factura de la luz ha supuesto, en los primeros días de agosto, un gasto mayor para el bolsillo de los usuarios con respecto a lo que supuso el año anterior. Todo en un mes en el que el territorio español ha estado especialmente afectado por las altas temperaturas.

Cómo se calcula el precio de la luz

Para entender qué causa este aumento del precio, primero habría que comprender cómo se calcula el precio de la luz que se paga diariamente. Para calcularlo, las empresas generadoras indican el precio al que están dispuestas a vender electricidad para cada una de las horas del día siguiente, mientras que las comercializadoras señalan a qué precio están dispuestas a comprar, según la demanda que estiman que sus clientes harán, en cada una de esas horas. Es decir, se calcula a través de la ley de la oferta y la demanda.

Estructura de la generación eléctrica

El precio que paga cada usuario viene determinado por la estructura de la generación eléctrica, establecida de la siguiente manera: 21,4 % centrales nucleares, 21,2 % centrales de ciclo combinado, 20,8 % generación eólica, 11,3% centrales de cogeneración, 9,5 % generación hidráulica, y 15 % el resto de las tecnologías.Si centrales nucleares, eólicas e hidráulicas fluyentes satisficieran la demanda eléctrica total, el precio mayorista se reduciría. Pero en general, “a pesar del fuerte incremento de la generación a través de fuentes renovables observado en la última década en España, sigue siendo necesario recurrir frecuentemente a las centrales térmicas de combustibles fósiles para satisfacer la demanda de energía eléctrica, por lo que estos generadores suelen ejercer una cierta presión al alza sobre el precio de casación del mercado”, destaca un informe del Banco de España.

Derechos de emisión de Co2 y el mercado mayorista

Es en este punto donde entra en juego la emisión de gases de efecto invernadero, ya que las empresas que lo producen trasladan a sus precios de oferta la totalidad de la variación de precios de los derechos de emisión. Las centrales térmicas de combustibles fósiles tienen que afrontar el coste de la materia prima y el coste de los derechos de emisión de Co2 necesarios para la producción. Dado que esta producción requiere una tecnología muy contaminante y conlleva un gran número de permisos, este coste tiende a ser elevado.“Al formular sus precios de oferta, estos generadores incorporan en su coste de oportunidad aquellos ingresos a los que renuncian al no vender los derechos de emisión en el mercado, lo que da lugar a precios de casación más elevados cuanto mayor sea el precio de los derechos”, señala el informe.

Impacto de los derechos de emisión y el precio del gas

Por lo tanto, este encarecimiento de la electricidad obedece a “la presión al alza que la tecnología de ciclos combinados está ejerciendo sobre los precios diarios de casación”. Por una parte estaría el incremento del precio del gas, necesario para la generación de energía, y vinculado a la demanda asiática, y, por otro lado, el aumento del precio de los derechos de emisión de gases de efecto invernadero.

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