El final de una carrera deportiva marca un punto de inflexión en la vida de cualquier atleta. Retirarse no siempre significa detenerse; para muchos deportistas de élite, es el inicio de una nueva etapa donde canalizan la disciplina, el esfuerzo y la visión estratégica adquiridos en la alta competición hacia otros proyectos profesionales o empresariales. Y es que, según el estudio ‘Empleabilidad de los deportistas de élite españoles retirados’, solo seis de cada diez planifican su retirada y más de un tercio (36,9%) reconoce no tener resuelta su situación laboral al abandonar la competición.
Reinventarse desde el deporte
En muchos casos, los deportistas siguen vinculados al ámbito deportivo, e incluso a la disciplina en la que alcanzaron su éxito. Es el caso de Emilio Sánchez Vicario, un referente del tenis español en los años 80, que lleva más de 25 años combinando educación y deporte de élite a través de la ES American School. Con sedes en Barcelona y Florida, la academia-colegio fue pionera en ofrecer un modelo educativo integral que permite a los jóvenes talentos crecer académica y deportivamente.
“Más de 10.000 alumnos de más de 100 nacionalidades han pasado por nuestra academia. Me enorgullece ver cómo el deporte se convierte para ellos en una escuela de vida. Nuestro objetivo siempre ha sido ofrecerles un futuro en el que formación y deporte caminen juntos, porque el éxito no depende solo de ganar, sino de estar preparado para lo que viene después”, explica Sánchez Vicario.
En Manacor, Rafa Nadal abrió en 2016 la Rafa Nadal Academy, mientras que Sergi Bruguera, doble campeón de Roland Garros, ha orientado su carrera hacia el asesoramiento financiero para deportistas de élite.
El salto al negocio
Entre las deportistas que han sabido reinventarse, Serena Williams destaca como ejemplo de visión empresarial. Tras retirarse en 2022, la extenista impulsa Serena Ventures, invierte en startups y ha lanzado líneas de moda y cosmética. Para ella, “los negocios son como el tenis: hay que entrenar todos los días”.
En el caso de Roger Federer, su alianza con la marca suiza On ha transformado su legado en una de las asociaciones más reconocibles del tenis moderno. No solo es imagen, sino inversor, y su influencia ha sido clave para el crecimiento global de la firma.
El fútbol también se transforma
En el fútbol, no son pocos los exjugadores que han dado continuidad a su trayectoria desde los banquillos. Míchel, Zinedine Zidane o Xabi Alonso, todos con pasado en el Real Madrid, han canalizado su experiencia hacia la dirección técnica con enorme éxito.
Zidane ha ido más allá impulsando sus centros deportivos Z5, donde combina fútbol y pádel en espacios de ocio que reflejan una visión más innovadora del deporte.
El deportista como empresario
Hay quienes eligen una reinvención claramente empresarial. Gerard Piqué, exjugador del Barça, ha irrumpido con fuerza con la creación de la Kings League, un formato de fútbol 7 que mezcla tecnología, entretenimiento y deportistas de primer nivel como Neymar Jr o Lamine Yamal, revolucionando el consumo deportivo.
Y si existe un ejemplo absoluto de transición exitosa hacia el imperio empresarial, ese es Michael Jordan. El seis veces campeón de la NBA supo convertir su marca personal en una maquinaria económica global. Gracias a Air Jordan, su alianza con Nike se transformó en un fenómeno que genera miles de millones de dólares anuales. A ello sumó su etapa como propietario de los Charlotte Hornets, convirtiéndose en uno de los primeros deportistas en alcanzar el estatus de multimillonario por sus inversiones.
Jordan es, en esencia, el origen del concepto deportista-emprendedor, aquel que trasciende su disciplina y construye un legado económico propio.
Mirando al futuro
Pero Jordan no será el último. Cristiano Ronaldo, Leo Messi o el propio Federer tienen la capacidad, la marca global y la influencia necesaria para emular —o incluso superar— el imperio que él construyó, siempre que mantengan la visión y utilicen su legado como plataforma para sus próximos movimientos empresariales.